sábado, 27 de junio de 2009

El Sacerdote - Ameijeiras

El Sacerdote

Cuento Corto

Enrique Ameijeiras – El Bolsón

Aún faltaba mucho tiempo para la salida de sol. Como siempre, el viejo sacerdote se despertaba y sin levantarse del lecho, se ponía de rodillas, cerraba sus ojos, y luego de un profundo silencio se entregaba a la oración.

En un primer momento, recitando viejas oraciones, salmos y alabanzas. Luego entablando un diálogo dulce, entre dos amigos, con una luz irradiada por su rostro que solo puede provenir de la presencia del altísimo.

- Señor, tu sabes lo que te amo, de hecho, he consagrado toda mi vida a ti. Y a pesar de las tentaciones, privaciones y debilidades humanas, creo no haberte fallado nunca...

Así continuaba en un diálogo mechado por silencios, algunos sonidos incomprensibles solo atribuibles a la glosolalia u oración en lenguas angélicas.

El sol estaba asomando en el horizonte, y el anciano sacerdote había quedado en silencio total, como escuchando una voz interna, moviendo suavemente la cabeza, comprendiendo en lo profundo de su ser un mensaje personal.

Luego de unos instantes, se levantó, se puso su túnica blanca, símbolo de su santidad. Se acercó a la ventana, la luz del día lo iluminó de pleno. Hizo una reverencia ante el astro rey y se dirigió a una palangana junto a una jarra de peltre. La llenó de agua, hizo sus abluciones y tomó un lienzo blanco que pendía de un clavo en la pared. Se secó y utilizó sus dedos para arreglar sus blancos cabellos de la barba y de la cabeza. Una estola sobre una mesa, junto al gran libro lo estaba esperando, se la colgó del cuello, hizo un nudo con el cordel en su cintura, y lleno de paz, santidad, amor a Dios, salió de su claustro. Se dirigió al patio, donde lo esperaba el resto de la congregación de los ancianos, y junto con ellos presenció con beneplácito la ejecución de ese hereje al que el populacho llamaba Jesús de Nazaret.

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jueves, 25 de junio de 2009

Don Pepe - Bommecino

DON PEPE
Cuento Corto
Hugo Bommecino - Mendoza


Invierno. Lunes por la mañana. Había terminado unos trámites bancarios y como tenía tiempo suficiente, decidí ingresar al local del café "Tiempo", ubicado sobre la Avenida "Los Tilos", una de las principales arterias de la ciudad.

Sentía la necesidad de beber algo caliente. Por otra parte estaba nublado y con amenaza de lluvia o nieve quizás, aunque eso no lo podía saber.

El frío de la calle había entumecido mi rostro y al abrir la puerta principal del local, sentí el calor del interior del mismo mezclado con el humo de los cigarrillos. Me molestaba el olor pero era el local más próximo que había. Pensé que si caminaba unas cuadras más, terminaría congelado. Miré en todas las direcciones buscando una mesa desocupada y la que quedaba, cerca del ventanal, estaba ubicada en la segunda fila.

Tenía desde ese lugar un perfecto panorama de lo que acontecía tanto en la vereda con los peatones que pasaban, como en la calle con los vehículos que circulaban y que cada tanto se detenían por el semáforo. Tomé asiento.

Al cabo de unos segundos me atendió el mozo y solicité un café mediano, el que luego me fue traído acompañado de un vaso de agua con gas y en un platillo traía unos amaretis.

-Disculpe caballero… ¿Podría ser agua mineral nada más…por favor…?

-Le pedí. -Por supuesto señor…Ya se la cambio… - Me respondió cortésmente retirando el vaso de la mesa, el que fue reemplazado casi de inmediato por otro más grande.

El café siempre me producía una sed incontenible, pero a la vez me reconfortaba. Miré el ticket de la consumición sin siquiera ver el precio.

Lo dejé sobre la mesa y me dispuse a la apertura de uno de los sobres con el azúcar para endulzar el contenido negro, espumoso y humeante que contenía la taza frente a mis ojos.

Mientras escuchaba cómo los granitos del edulcorante se deslizaban hacia el exterior, produciendo el sonido perfecto de una orquesta, para caer al café y perderse debajo de la espuma que casi rebalsaba el recipiente, en un instante dado mis ojos detuvieron su mirada en un hombre que se encontraba muy cerca de mí.

Estaba solo y por lo que pude distinguir que había sobre la mesa, éste había bebido un café. Modestamente vestido, de cabellos ralos, canosos y algo despeinados, su mirada estaba perdida en el vacío. Su perfil denotaba entrado en años.

Lo seguí observando, mientras el café ingresaba a sorbos hacia mi organismo. Sentí satisfacción por efectos del brebaje, pero la curiosidad por el hombre aumentó. No supe qué pasó, pero fue a partir de ese instante en que todo cambió.

Desde mi interior apareció un sentimiento inexplicable. El hombre movía sus labios en una aparente conversación consigo mismo.

Los interrogantes abundaron sin respuesta y yo también hurgué en mi interior y supuse que quizás se trataba de una confusión en que me había inmiscuido al pensar que podría tratarse de mi abuelo, pero el mío hacía mucho que lo había perdido, como así también mis padres que truncaron sus vidas en un accidente automovilístico, un nefasto día de verano.

Mientras, observé un cuadro que yacía sobre una de las paredes del local. Se trataba de la pintura de un niño de color moreno y tenía dibujada sobre una de sus mejillas una gruesa lágrima que, casi haciendo juego con su triste mirada, daba a las claras la idea de que quien lo pintara quiso expresar pobreza, sentimientos perdidos, momentos no deseados.

No entendía mucho de lo relativo a este tipo de arte, pero lo interpretaba acorde a lo que veían mis ojos. Este cuadro contrastaba con otro en el que había sido pintada una niña regordeta, de rosados pómulos, la que tenía dibujada una amplia sonrisa y en una de sus manos sostenía un ramo de margaritas blancas. Supuse que quien los colgara habría querido comparar la tristeza con la felicidad, pero no me atreví a preguntar, no me pareció adecuado hacerlo.

Llevado por esa extraña sensación que rondaba en mí, esperé unos minutos más y luego me dirigí hasta la mesa del anciano. No me habló ni me miró. Presentí que me ignoraba o que quizás se sentía molesto con mi presencia.

-Buenos días…disculpe…¿Puedo sentarme…? - Dije y esperé su orden de pie.

-Siéntate… que si te has acercado para robarme…-tosió-…vaya que estas perdido muchacho…

-¡No…por favor no piense eso…! Me llamo Jeremías… ¿Y usted…? Se produjo un silencio entre ambos, el necesario. El anciano dijo casi balbuceando:

-¡Soy un jubilado de la vida hijo…Déjame en paz…!- Suplicó. Me quedé anonadado por el pedido formulado y hasta llegué a sentirme mal. Me dio pena por el comentario y hubiera salido corriendo del local, pero me quedé a expensas de saber porqué me decía que "era un jubilado de la vida".

-Quizás no quiera decirme su nombre pero… Yo le llamaré Don Pepe… ¿Le parece bien…?

-Sí… pero veo que no piensas retirarte de aquí… - Dijo y moviendo apenas la cabeza, como que le costaba hacerlo, dirigió su mirada hacia el vuelto que estaba depositado sobre la mesa, el que también observé como para complacer al hombre.

-Esos centavos son los únicos que tengo… nada más me acompaña…

-Es que no me interesa el dinero Don Pepe… - Hice hincapié.

-Si no es eso… entonces ¿qué es muchacho…? - Preguntó, aunque su mirada seguía perdida en algún punto que sólo él sabía. No atiné a nada. Mi mente se nubló y por segundos estuve a punto decirle hasta luego, que me disculpara y retirarme del lugar, pero reaccioné.

-Don Pepe…soy respetuoso de su edad…no soy ningún ladrón suelto y me he acercado hasta usted porque no sé que me pasó cuando le vi aquí sólo…

-Seguí hablando y hablando. Las palabras fluían tan rápido como aquel azúcar en caer al pocillo para endulzar el café.

-Dime…¿Porqué te apresuras tanto en hablar…? No soy sordo…te escucho a la perfección a pesar de que hay tanto bullicio…

-Disculpe Don Pepe pero hay algo de usted que me preocupa… -

Dímelo… pero despacio… Jeremías… ¿Así te llamas verdad…?

-Sí, correcto…

-Entonces habla…te escucho… No tengo ninguna prisa.

-Quisiera hacerle una pregunta pero…no es mi intención herirlo...

-Ya nada me hiere... ni nada me produce dolor… sólo espero el final.

-¿Porqué entonces me dijo que "era un jubilado de la vida"…? Ambos respiramos profundamente y cuando exhalamos el aire, habló con una pausa tal que podía ir imaginando cada cosa que me decía:

-A la edad que tengo ya… -Comenzó a decir mientras sacaba un arrugado pañuelo del bolsillo del saco y secó las lágrimas que comenzaban a escurrirse por sus rugosas mejillas -…cuando los brotes de las plantas comienzan a prepararse para darnos las hojas y las flores… cuando yo pensaba que todo lo que tenía que hacer ya estaba realizado… cuando ya me había acostumbrado a no tener más a mi lado a la mujer que me dio ese retoño…ese que tenía la vida entera aún por vivir… por disfrutar…

- No pudo continuar. El llanto fue más fuerte, se apoderó de él y entendí lo que había pasado con su hijo. Volteó sigilosamente su mirada hacia mí. Tomé fuertemente una de sus manos libres y me permití ofrecerle de regalo parte de lo que ya había perdido.

Cuando se calmó, cuando sacó de su interior ese doloroso recuerdo que lo tenia postrado con una mirada perdida, le dije:

-Don Pepe… intuyo lo que pasó con su hijo…que está sólo en la vida…que no tiene a nadie más pero…

-¡Quédate un poco más… no te vayas aún…! - Me suplicó.

-Es que no me voy a ir sin usted Don Pepe… ¡Se lo aseguro!

-¡Es tan utópico lo que dices… Ve tú sólo por tú camino… por ese que te falta recorrer sin pedir nada a nadie…!

-¿Me permite que lo acompañe durante el resto de su vida… que pueda hacerlo feliz…?

-¡Pero si soy tan viejo hijo…!

-Don Pepe…usted no está jubilado de la vida… Yo me lo llevo conmigo…yo quiero que usted sea el abuelo que perdí cuando era pequeño…¿Acepta…? El anciano me miró a los ojos. Pasó una de sus manos sobre mi cara. La sentí cálida, temblorosa, suave como la seda y libre de las callosidades de la vida pasada y mientras esto ocurría, su mirada había cambiado, sus ojos habían revivido y en su semblante se notaba una expresión nueva, no la de ese hombre que encontré momentos antes, cuando llegué al lugar.

Más tarde abandonamos el local de café "Tiempo", con un instante vivido tan intensamente como cuando miramos un nuevo amanecer.

Hoy, cinco meses después de aquel momento, de las enseñanzas que me dejara Don Pepe en su corta existencia a mi lado, me encuentro sentado casi en el mismo lugar y puedo ver, en la esquina del local, la imagen difusa del anciano, muy feliz y con la mirada puesta hacia el exterior, aunque esta vez sonriendo con unos niños que se encuentran en la ventana del café con las narices estampadas sobre el vidrio y haciendo de las suyas con la felicidad del anciano.

Al salir del local, y ya en la vereda, observo que no hay ningún niño allí, como así tampoco estaba Don Pepe sentado del otro lado del vidrio.


NORBERTO HUGO BOMMECINO
REPUBLICA ARGENTINA
hugochab@rucared.com.ar

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miércoles, 24 de junio de 2009

Por un plato de Lentejas - Ameijeiras

Cuento Breve
Enrique Ameijerias
El Bolsón – Río Negro

– Esaú cambió la primogenitura por un plato de lentejas…

– ¿Qué dice papá? ¿Delirio místico?

– Las pelotas; digo que Esaú era el hijo mayor de Isaac, y eso lo hacía el heredero, el continuador del linaje de su padre.

– ¿Y que tiene que ver eso conmigo?

– Chico, estás caliente, y vas a cometer un gran error si no parás de golpe las máquinas y pensas.

– Viejo, no puedo parar. Mucho trabajo. Usted está enfermo hace un par de meses y todos los problemas tengo que resolverlos yo.

– Escucha bien a este viejo. Me estoy muriendo. ¿O vos crees que no me doy cuenta? Si trabajás mucho, no podes pensar, y si no pensas no podés ganar plata. Y si la ganas, la va a disfrutar otro que no labura tanto.

– Padre, está delirando. ¿Usted me habla de ésto? ¿Usted que trabajó como un burro toda su vida? ¿Usted que antepuso los negocios a la familia, a la salud?

– ¿Me estás escuchando? ¿No te digo que ahora que no puedo trabajar, puedo pensar? Tarde… pero por ahí no sos tan tozudo como yo, y podés cambiar la historia.

– ¿Y que tiene que ver Esaú conmigo?

– Que estás Caliente, m´hijo, y no pensas con la cabeza… Por lo menos con la cabeza en la que te ponés el sombrero.

– ¿Y Ahora se la va a agarrar con Felisa? ¿Que tiene contra ella? ¿Que le hizo?

– El hombre es muy rudo. Fijate que para palear la soledad le hace falta un puño… En cambio a la mujer con la punta de un dedo le alcanza.

– Viejo, ¿se siente bien?

– Si, ¿por qué?

– Nunca habló de estas cosas.

– Debe ser que me estoy yendo, y hay cosas que hay que hablar, aunque uno se ponga colorado y el otro verde.

– ¿Y de que quiere hablar ahora?

– Primero del negocio: Has de cerciorarte que se paguen todas las cuentas, que no baje nunca el stock, y que el personal cobre antes que vos agarres un peso. ¿Estamos?

– Si, padre ¿y lo otro?

– Lo otro vos sabés… Uno no elige… Antes elegían los padres. Hoy la gente cree que elige, pero no es así mi hijito. Caemos presa de los instintos más prístinos de nuestro ser. ¿O pensás que el acto sexual humano es muy diferente al de los demás animales? No, chico. Somos iguales, o peor… Porque los bichos no razonan… No se engañan, no escriben poesías, no hacen canciones. Sino mirá las truchas que recorren kilómetros en contra de la corrientes solo para desovar. Mirá la araña que se deja devorar solo por concebir. La cama no es más santuario que una letrina, o una tumba. Besamos labios y órganos, no por pasión, sino siguiendo el instinto brutal de la naturaleza. Solo que hacemos caso omiso del resultado del análisis químico que nuestro cerebro nos da, y lo disfrazamos de amor.

– Viejo, no me gusta los que dice, pero me gusta que lo diga. Felisa es una buena mina.

– Debe ser que un hombre, a esta edad y con mi enfermedad, se vaya quedando sin lubricante, que es el futuro. Uno va llegando al final y no tiene tiempo de cambiar, de prosperar, de esperar. Los huesos se apoyan en los huesos y no hay amortiguador. La vida duele. Hoy la muchacha es una buena mina, mañana será una mina más. No te voy a hablar mal de tu madre, casi no la conociste… Yo tampoco, se fue sin decir una palabra la muy ingrata. Lo importante querido hijo, es que estés firme en la vida. Que todo lo demás gire a tu alrededor, pero vos firme, como un amarradero.

– Padre, nunca habló así conmigo, le juro que voy a pensar todo lo que me dijo.

– No me hago ilusión, y te recomendaría que vos tampoco creas ingenuamente lo que me dijiste. No te he dicho nada nuevo, nada que yo haya pensado. Esto que te digo, palabras más, palabras menos, es lo mismo que me dijo mi viejo antes de morir.


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lunes, 22 de junio de 2009

El Inmigrante - Matar

image EL INMIGRANTE...

Cuento Corto

Ester Faride Matar

Sierra Colorada – Río Negro


Lo llamaban el extranjero. El turco. El loco.

Vino del Líbano decía la gente del pueblo. Era pariente de una familia de Sierra Colorada, también con descendencia árabe, pero distinto a todos. Usaba babuchas (sandalias), túnicas largas y un turbante oscuro cubrìa su cabeza.

Yo era muy chica y en la época de la niñez, las cosas, los hombres y las circunstancias siempre se magnifican.

Llegó una tarde de abril en tren. Nadie lo esperaba y balbuceando muy pocas palabras en español, preguntó por sus “barientes”.

Pocos entendieron que no era loco.

El era extranjero.

Venía de lejos.

Sus grandes ojos verdosos llamaban la atención y su mirada, a veces desconfiada, se detenía en cada casa, en cada auto, en cada esquina. Interpretaba que para sentirse seguro del lugar, debía amigarse hasta con los silencios que en forma permanente envolvían la cámara celeste y límpida del pueblo. Es lo que más amó en ese tiempo prolongado que vivió en el sur.

Atesoró el aire puro y sin contaminación que el ambiente le ofrecía.

Nos llamaba la atención su elegancia y su andar.

Sin preocupaciones.

Sin prejuicios.

Se dedicaba a observar.

A caminar por las polvorientas calles sin asfalto.

Y saludaba con sus manos haciendo una figura que partía desde el pecho, se detenía en la boca, en su frente y terminaba señalando al transeúnte. Era el saludo árabe.

Para nosotros, los niños (niños de aquella época...) era algo así como un ser de otro mundo e inventábamos las ganas de comer galletitas para ir a comprar al almacén de los Mussi, porque justamente ahí se hospedaba el inmigrante. Demás está decir que el inmigrante nunca reparó este hecho, él tenía 30 y nosotros 8 ò 9 años.

Era hermoso.

Aristocrático.

Distinguido.

-Vino de oriente porque falleció su hermano, comentaba la gente.

-¡de oriente! Repetíamos nosotros mientras nos imaginábamos que en esa misma tierra habían vivido nuestros abuelos.

Una mañana cuando salimos del colegio, este señor charlaba amablemente

con muchos hombres y entre ellos, estaba mi abuelo. Orgulloso, con traje, corbata y zapatos de charol dando la bienvenida e invitando a su casa al oriental.

-¡qué grande que es el abuelo! Decíamos una y otra vez.

Era la oportunidad justa y necesaria para ver de cerca al oriental, escuchar su voz y durante todo el día nos preparamos para pedir permiso en casa e ir a la casa del abuelo.

¡ No podemos dejar de ir! manifestamos a nuestros padres, es la única oportunidad que vamos a tener para estar al lado de ese señor.

-Primero los deberes, repetía mi madre. ¡los de-be-res!

-Son chicos y molestan acentuaba mi padre.

Y ante tanta insistencia, el que primero accedió fue mi papá, seguramente porque entendió nuestra desesperación y se sintió orgulloso que sus hijos se interesen por la sangre que corría por las venas de su propio padre.

Yo escuché discutir entre ellos.

No me molestó, al contrario, la vehemencia manifiesta de mi papá me gustó y hasta pensé que era la persona ideal para patrocinarnos en esta locura de compartir un momento la visita del inmigrante a casa de mi abuelo.

Recuerdo que ese día salimos del colegio, hicimos los deberes rápidamente, que con el correr del tiempo, entiendo que disimulamos abrir y cerrar los cuadernos para evitar reprimendas de mi mamá que a ciencia cierta, nos fastidiaba. Y mucho, porque sabíamos cuando comenzaba pero nunca cuando finalizaba...

A ella siempre le interesó el estudio.

Creo que no llegó a entendernos en ese instante, que no comprendió la inquietud, la incógnita, el misterio que representaba para nosotros tocar las manos, mirar los ojos de muy cerquita del oriental y escuchar su conversación con mi abuelo.

Llegamos de sorpresa y en la amplia galería que protegía la entrada de la casa del abuelo y ante una mesa con mantel blanco, copas y comida, estaban todos los señores invitados, formalmente sentados y en la punta de esa misma mesa, el agasajado se imponía con su turbante color azulino. De gala. Un aroma a tabaco fino se esparcía por el aire, que saliendo de un argil apoyado en un taburete de madera, conformaba un paisaje inusual y exótico... nunca visto...

Hablaban en àrabe, se reían, se entendían...

Yo miré de frente a mi abuelo y lo besé con la mirada. El interpretó mi intriga y mi admiración y conteniendo las lágrimas nos presentó como sus nietos.

Sí, contuvo las lágrimas por su machismo.

Por su origen libanés.

Porque era hombre y los hombres nunca debían llorar.

-Mis nietos reiteró el abuelo y el oriental balbuceando palabras raras, nos extendió sus manos acariciándonos el cabello. Recuerdo que contuvimos la risa, ellos se dieron cuenta porque éramos niños y nos tapamos la cara para no largar tremendas carcajadas. ¿Que dice este señor?...¿Qué dice? y el abuelo, seguidamente nos mandó a casa.

Si nos mandó... pero sin hablar. Únicamente con la mirada.

Como hacía siempre.

Comentó al pasar... ¡vienen a saludar!

Son niños.

Nuestra estadía con el oriental duró instantes. Pero fue mágico.

Tan mágico que han pasado 40 años y aún lo llevo prendido en la memoria.

El oriental se fue del pueblo llevando consigo a su cuñada y a sus sobrinos.

Nunca supimos qué pasó con ellos.

El oriental nunca regresó al pueblo.

Su cuñada y sus sobrinos tampoco.

Pero era inmigrante y extranjero.

¡No era loco!

.

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Jorge Castañeda – Datos del Escritor

JORGE CASTAÑEDA

Datos sobre este autor

Poeta, escritor y periodista argentino nacido de padres rionegrinos en la ciudad de Bahía Blanca y radicado en Valcheta, provincia de Río Negro.

Ha publicado los siguientes libros: “La ciudad y otros poemas”, “Poemas breves”, “30 poemas”, “Poemas sureños”, “Sentir patagónico”, “Los atabales del tiempo”, “Valcheta, un pueblo con historia” y “Suma Patagónica”.

Tiene inéditos: “El lirio de los valles”, “Crónicas & Crónicas”, “Donde llora el ornitorrinco”.

Figura en varias antologías tanto nacionales como extranjeras, habiendo recibido numerosos premios por su obra literaria. Es conferencista sobre temas patagónicos.

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Es miembro de la Sociedad Argentina de Escritores, Socio del Círculo de Poetas de la ciudad de Morón, de la Asociación Cultural Bilakabide de España, del Club de Amigos “El Paisaje” de Vizcaya, España, Socio de Honor del Ateneo Cultural de Buenos Aires, del Ateneo Cultural “El Hornero” de José C. Paz, miembro adherente del Fondo Editorial Bonaerense y del Editor Interamericano de Buenos Aires, Titular Académico del Centro Cultural Literario y Artístico “Agustín García Alonso” de España, Académico Benemérito del Centro Cultura “Gazeta de Felgueiras” de Portugal, Miembro de Honor del “Club de Intelectuales Franceses” de París, Socio de la Unión de Poetas y Escritores Argentinos de Buenos Aires, Miembro de Número de la Fraternidad Internacional de Escritores con sede en Estados Unidos, Académico de Mérito de la Academia Internacional de Pontzen de Milán, Italia, de la Asociación Cultural “Amigos del Teatro” de España, destacado como personalidad de la cultura año 2000 por la Extensión Cultural de la Compañía General de Inversiones, Miembro del Comité de Honor de la Academia “Padre Pío de Pietralcina, de Italia, Miembro Numerario de la Asociación Mundial de Escritores con sede en León, España, Miembro del Centro Literario “Bartolomé Mitre” de la ciudad de Azul, República Argentina, Diploma de Honor extendido por la Municipalidad de la ciudad de Quilmes, R. Argentina, Miembro Correspondiente de la Unión Cultural Americana con sede en Buenos Aires, Certificado de Excelencia en Letras otorgado por la Universidad de Colorado (EEUU), Certificado de Honor otorgado por la Embajada de la República del Líbano en Buenos Aires, Cónsul para la provincia de Río Negro de “Poetas del Mundo” con sede en Chile, Miembro Asociado al Colectivo Internacional “Sane Society” y de “Talen Seekers de EEUU, Miembro de la Unión Mundial de Poetas Laureados, Asociado del grupo de Poetas y Escritores Bilingües “Pensarte” de Seattle (EEUU), Miembro de la “Red Mundial de Escritores en Español (España), Poeta Asociado a la World Poets Society “Asociación Mundial de Poetas con sede en Grecia, integrante del colectivo ComunicArte, del grupo internacional de poetas “Antonio Miranda” de Brasil, representante en Argentina de “Abrace” entidad cultural de Montevideo, Uruguay, Socio de “La Voz de la Palabra Escrita” de España, Miembro de la Sociedad de Escritores Latinoamericanos y Europeos (Selae) con sede Milán, Italia, Miembro de la Asociación Latinoamericana de Poetas, Escritores y Artistas (Asolapo) con sede en Cuzco, Perú, integrante de Personalidades del Arte Mundial (EEUU), Colaborador de la Asociación Artística y Literaria “Palabra Siglo XXI” de Brasil, Delegado Honorario de la Sección Argentina del Foro Internacional de Cultura y Literatura por la Paz, Miembro del Congreso de la Sociedad de la Cultura Latina con sede en Brasil, Miembro de la Unión Hispanoamericana de Escritores con sede en Perú.

Su obra literaria ha sido declarada de “Interés cultural” por la H. Legislatura de la Provincia de Río Negro y presentada de igual forma ante la H. Cámara de Diputados de la Nación. Recientemente ha sido propuesto ante la Honorable Legislatura de Río Negro para ser declarado “Ciudadano Ilustre”.

Ha participado en las siguientes páginas de cultura en Internet:

www.antoniomiranda.com.br Página Internacional de Poesía Iberoamericana (Brasil)

www.revistamacedoniobelarte.com Revista Digital de Cultura – Cruz del Eje

www.isla_negra.com Casa de Poesía y Literatura España

www.laiguanarevistadepoesía Revista Digital de Cultura (Argentina)

www.venetorosario.com.ar Revista La Buhardilla (Rosario)

www.egodot.com Revista Esperando a Godoy – Buenos Aires

www.puentesamarillos.com Una revista de Bariloche

www.fmgenesisvalcheta.com Poemas Cristianos

www.dragóninvisible.com.es Revista de España

www.lamanecida.rionegro.gov Revista Agencia Cultura de Río Negro

www.diariorionegro/blog/mediomundo Diario Río Negro

www.eltimonelvirtual.com Revista Literaria de Sierra Grande

www.patagonia.argentina.com Revista de temas patagónicos

www.revistaarabe.com Revista de temas árabes – Entre Ríos

www.locurapoética.com Revista Literaria de Salta

www.delapalabra.com Revista La avispa – Mar del Plata

www.espacioblog/honrarlavida Inclusión de poemas y textos

www.esterfaridematar.com.ar Inclusión de comentarios y poemas

www.histocultura.blogspot.com Revista de España

www.poetasdelmundo.com Curriculum y poemas (Sede en Santiago de Chile)

www.redescritoresespa.com Nota curriculum y poemas (España)

www.artecomunicarte.com Nota curriculum y poemas

www.agua-fresca.com.ar Colaboraciones varias

www.convozpropiaenlared.blospot.com Revista de España

www.poderypaz.com Página de noticias cristianas de México

www.alpasXXI.literatura.zip.net Revista de literatura (Brasil)

www.asolapocuscoinmortal.org A. Latinoamericana de Poetas (Perú)

www.hispanoramaliterario2.ning/profile/jorgecastañeda (España)

www.literatos.c/Selae (Sociedad Latinoamericana de Escritores (Milán)

www.argen-arte.com.ar Revista Internacional de Literatura

www.iflacearg.bravehost.com/castaneda.html Foro Internacional Cultura Paz

proyectobibliotecapatagonica.blogspot.com/2009/05/castaneda-jorge.html

www.avaluche.com

http:/uniondelapalabra.podomatic.com

BLOG DEL AUTOR:

http://jorgecastaneda.fullblog.com.ar

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Poemas - Castañeda

Poesías y Foto
Jorge Castañeda
Desde Valcheta


CANCIÓN PARA MI RÍO

Quiero mojar mis manos en el río
su agua fresca bajando del Limay
viajar en las lanchitas por sus aguas
buscar el sol en su boca de sal.

Nostalgia del Río Negro en la comarca
de frutas y manzanas me hablará
su corazón perfuma en las riberas
como mis penas sus aguas se van.

Quiero dejar mis horas en tu cauce
hablando de mis cosas al pasar
me saludan los sauces y los mimbres
y esta vida con ganas de soñar.

En la arteria de tus aguas quedaré
y en tus olas su espuma de cristal
como pasa el caudal de tu corriente
pasan también mis años que se van.

Jorge Castañeda
Valcheta


PENITA DE OTOÑO

La tarde es una moneda
que camina por los rieles
y mis pasos van sonantes
entre durmiente y durmiente.

Me saludan las loradas
alborotadas y breves.
Yo converso con mis cosas
solitario como siempre.

Todo es ocre y amarillo:
los árboles, el poniente.
Hasta el sol es un membrillo
en el cielo azul y riente.

La corriente compañera
del arroyo bajo el puente,
las támaras de los mimbres,
mi corazón penitente.

¿De dónde viene esta pena
tan íntima y persistente,
que como mi propia sombra
me acompaña desde siempre?

Es mi vieja compañera
que en el pecho se guarece.
Camino, pena y otoño
y esta nostalgia que crece.

Jorge Castañeda
Valcheta
Foto: Antonio Corríbolo

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domingo, 21 de junio de 2009

El aniversario del Pueblo - Gandulfo

El Aniversario del pueblo
Ensayo
Esteban Gandulfo
Las Golondrinas - Chubut

El continente americano no se puede vanagloriar de contar con ciudades de profunda raigambre histórica. Ciertamente, algunas sociedades precolombinas erigieron poblados mucho tiempo atrás. Pero ya no queda mucho de ellos como centros urbanos vivos, fueron misteriosamente abandonados como Chichen Itzá y hoy son una reliquia Maya para turistas y antropólogos; o se arrasó con ellos erigiendo encima urbes a la europea, como hicieron Cortés en México ahogando una ciudad Azteca y Pizarro en Cuzco erigiendo catedrales católicas por encima de los templos incas. Y dentro de esta juventud relativa de las ciudades americanas, la Patagonia tiene ciudades y pueblos todavía más jóvenes. Las primeras fundaciones, con la excepción de Carmen de Patagones, apenas superan el siglo de vida.
En el conjunto de poblados patagónicos, Lago Puelo se distingue todavía más por su juventud, y además su nacimiento posee características particulares. No se puede decir que hubo fundación de Lago Puelo, simplemente, porque no hubo fundador. Aquí no llegó ningún adelantado español a imponer las leyes de indias, plantar el palo de la justicia y a trazar la cuadrícula del pueblo; ni tampoco general alguno del Ejército Argentino galopando sobre el desierto y atropellando aborígenes, a establecer el fuerte de avanzada. Aquí simplemente vino gente sencilla y trabajadora de Chile, escapando de las esclavizantes condiciones laborales en su país de origen. Puelo significa “Agua del Este” y el punto de vista para tal nombre es occidental respecto a la cordillera de los Andes. Es cierto que pasó por el lugar la Comisión de Límites Internacionales y dejó plantados los hitos que separan Chile de Argentina, entre el Lago Puelo y el Puelo Inferior. Pero esta tierra permaneció penosamente olvidada durante décadas, como tantos otros puntos del país lejanos de Buenos Aires.
Uno podría cuestionar perfectamente a Lago Puelo respecto a si cumple o no las condiciones urbanísticas como pueblo o futura ciudad. ¿Dónde está la plaza correctamente cuadrada, con su monumento ecuestre al General San Martín o por lo menos un busto de Manuel Belgrano; con el municipio en un lado, la iglesia en otro, y los demás edificios de importancia mirando hacia el prócer? El centro de Lago Puelo no está plantado como punto inicial de una cuadrícula sobre la cual se proyecte el futuro crecimiento de la villa. Lago Puelo durante muchos años fue de paso. Uno dejaba el poblado, sin siquiera tenerlo a la vista, a la derecha si iba de Bariloche a Esquel, o a la izquierda si se dirigía hacia el Norte. Había una ruta que conducía desde El Bolsón hacia el lago, y uno pasaba por el pequeño centro urbano de Lago Puelo. A un lado de esta ruta que conducía al lago se formó un caserío disperso, vinculado por calles de tendido arbitrario, aunque respondiendo a un criterio ortogonal, dentro del cual se insertaron un par de diagonales como para romper la monotonía. A pesar de una evidente falta de talento a la hora del proyecto –si es que lo hubo– el resultado no es desagradable, porque las calles son anchas, un par de avenidas tienen hermosos canteros centrales con notros y abedules, y la municipalidad se ha esmerado en dar una imagen prolija al centro del pueblo.
La mayoría de los primeros pobladores venían de Chile, porque las autoridades de Santiago consideraban a estos suelos como suyos, y recién en 1902 el laudo arbitral los adjudicó a Argentina.
Un poblado de corta historia no produce grandes emociones ni inspira demasiado respeto. Si uno, por ejemplo, en Carcassonne posa la mano sobre la piedra de una pared cualquiera, puede pensar legítimamente conmovido “Este mismo bloque que yo toco lo modeló un artesano medieval, y fue colocado por un constructor del Siglo XIII, ha sido testigo de duelos, bautismos, casamientos y la asunción de varios duques” y cruzando a España, si va por una de las callejuelas de El Toboso, también podría meditar sin distanciarse mucho del pensamiento justo “Por aquí debe de haber caminado Miguel de Cervantes, nunca se le habría antojado que Dulcinea fuera de este pueblo, si de alguna manera él no hubiera andado por estas callejuelas” Dulcinea, por otra parte, recordada en cada esquina por los pobladores de El Toboso del Siglo XXI.
En Lago Puelo no podemos ir muy lejos hacia atrás. Fue en 1884 que llegó Pedro “Motoco” Cárdenas, viniendo desde Chile, a quien nuestra breve historia considera como primer poblador, y el 2 de Abril de l928 fue creada la primer Comisión de Fomento de Lago Puelo, previa a la instauración del municipio, fecha que oficialmente se considera como el nacimiento de la vida cívica del pueblo. En consecuencia, el 2 de Abril del 2009 estábamos celebrando nuestro octogésimo primer aniversario.
La Municipalidad, como todos los años, había preparado un acto conmemorativo que desde el comienzo tuvo una serie de factores en contra. En primer lugar, la fecha da lugar a confusiones, porque el 2 de Abril es feriado nacional en Argentina evocándose el acto de recuperación de las Islas Malvinas. Por otra parte, el lugar es inapropiado, porque al no haber una plaza central, los actos siempre se realizan en cualquier sitio: El gimnasio municipal, si hay que protegerse de la intemperie, la vereda enfrente de la Municipalidad para la asunción de autoridades, el parque del centro, el 17 de Agosto, porque allí está el busto del General San Martín, y para el 25 de mayo y la fecha que nos ocupa, una pequeña placita llamada 2 de Abril, con unos mástiles y una placa recordativa de la Gesta Malvinas.
Como es habitual, las autoridades se iban a colocar a lo largo de una estrecha vereda que comunica la Oficina de Turismo con la placita 2 de Abril, mirando hacia la ruta. Enfrente a ellos quedaba una tierra de nadie, un trozo de la ruta provincial 16 que es generosamente ancha en ese lugar. A la derecha de las autoridades, formando otro lado de la tierra de nadie, las banderas de ceremonia, que por lo general son de Gendarmería, los Bomberos Voluntarios, Parques Nacionales, y algunos Colegios. Por este sector están los invitados importantes: Gente de la Prefectura Nacional, el Parque Nacional Lago Puelo, el jefe del destacamento de Gendarmería, etc.
Las autoridades todavía no habían llegado y algunos de los pocos asistentes se comenzaban a impacientar, miraban el reloj, daban saltitos por el frío; un perro grande dorado y algunos chicos correteaban por la tierra de nadie, lo que no dejaba de ser un irrespeto hacia el protocolo, porque esa zona se supone que debía permanecer despejada. En eso llegó el intendente acompañado del resto de los principales y se fueron acomodando a lo largo de la ajustada vereda. En esta oportunidad no había venido el Gobernador, pero envió al Ministro de Medio Ambiente, quien fue haciéndose lugar junto con una diputada provincial, el presidente del Concejo Deliberante y algunos concejales, un grupo de veteranos de Malvinas, y otros miembros del Ejecutivo Municipal.
El locutor dio comienzo a la ceremonia, pidiendo un minuto de silencio en homenaje al ex presidente, fallecido apenas dos días antes y las banderas estaban todavía a media asta. Los chicos que daban vueltas fueron capturados por sus padres, pero el perro grande dorado seguía paseándose de un lado a otro por la tierra de nadie y uno podía llegar a preguntarse si no sería un delegado de algún perro principal que desde la capital de la provincia le había dado instrucciones de hacerse presente en el acto. El minuto de silencio finalizó a los cuarenta segundos, y a continuación el locutor indicó que se entonaría el Himno Nacional Argentino, cosa que todos hicimos con muy diferentes habilidades vocales.
El primero de los oradores, fue el ministro de Medio Ambiente, quien dijo cosas para nada memorables, pero que por lo menos tuvo el buen tino de no entrar en la campaña política enumerando las bondades del gobierno, a pesar de las próximas elecciones nacionales, a menos de noventa días de distancia. Parecía simbólico que hablara el Ministro de Medio Ambiente, porque el ambiente de la mañana estaba estupendo. Si bien hacía bastante frío para ser comienzos del otoño, con la elevación del sol el aire se sentía muy agradable. Curiosamente, si bien por momentos caía una fina llovizna helada que no llegaba a mojar, por todos lados se veían huecos de cielo azul, y laderas de la montaña verde brillante, por el reflejo de los rayos de sol sobre bosque húmedo. Como les gusta decir por aquí: Las cuatro estaciones en un solo día. Luego habló uno de los veteranos de Malvinas, un ex tripulante del hundido Crucero 25 de Mayo, sobre quien yo tuve la enorme curiosidad de saber como había salido del hundimiento, si en un bote salvavidas, o si había caído al agua, cuanto tardaron en rescatarlo, si su posición en la nave estuvo cerca del impacto de los torpedos, etc. etc.
El marinero desperdició una oportunidad magnífica de decir algo como esto:
El agua helada nos entraba hasta los huesos, nos hundíamos lentamente y sabíamos que en poco tiempo moriríamos. Sin embargo, el dolor físico no era lo peor, sino la rabia de no haber podido matar ni un solo maldito inglés, y tener la seguridad de que no podríamos dar un abrazo a nuestra madre antes de desaparecer, y que nunca nos darían cristiana sepultura…
Sin embargo el veterano ingresó en una especie de protesta gremial, diciendo que si bien ellos habían sido finalmente y después de largas luchas reconocidos como veteranos, ahora había aparecido un grupo de “Movilizados por Malvinas” que de ninguna manera debían recibir el trato de ex combatientes porque esas personas ni habían escuchado un balazo, ni habían salido del continente; como mucho habían sido movilizados hasta Comodoro Rivadavia. Pero de ninguna manera habían sido embarcados, ni por mar ni por aire. Quien escuchaba tenía la impresión de que la torta reivindicativa “A los Sobrevivientes del Desatino Malvinas” debía de ser muy pequeña y que ya había mucha gente entre quienes repartirla, así que por favor no se acerque nadie más.
Luego el intendente habló, pasando su mensaje de turno, de que a pesar de la crisis se va a mantener el personal y se tratará de no detener las obras en marcha, y el locutor invitó a colocar una ofrenda floral al pie del monumento “2 de Abril”. Para eso se reunió un grupo de cuatro personas, el intendente, el ministro, el ex combatiente egoísta y la diputada, quienes tuvieron que caminar unos cuantos pasos, en forma bastante incómoda, porque los cuatro iban llevando el ramo de flores, la vereda era muy estrecha y alguien tenía que ir marcha atrás. Como la coreografía no había sido ensayada se hizo con bastante torpeza, pero pocos lo advirtieron porque el hecho fue muy breve. Las flores quedaron felizmente acomodadas al pie de la placa recordativa.
La gente comenzaba a preguntarse “¿Y ahora qué viene? ¿Reparten algo? Y uno podría preguntarse ¿Qué estaban esas personas haciendo allí? La mayoría por obligación: Funcionarios, políticos, jefes de distintas reparticiones, alumnos y docentes. Ese era mi caso, como concejal sentía la obligación de ir, a un acto que por otra parte, estando allí, disfruté. No me introduje entre el grupo “oficial” sino cerca de las banderas, a un costado. Caminé un poco también, saludando algunos conocidos. Ahora, aquellos que habían ido por su propia voluntad, ¿Qué pensarían del acto y sus organizadores? Lago Puelo había votado mayoritariamente a ese intendente y al gobernador que había enviado al ministro de Medio Ambiente. Pero ¿Estarían contentos con los políticos? Si tienen un poquito de cerebro, difícil. Los políticos argentinos, y los de la mayor parte del mundo, no han leído a Aristóteles, en aquella parte que dice que el fin supremo de la política republicana es el interés general. Tampoco han leído a Maquiavelo, a quien le adjudican la frase que nunca escribió “el fin justifica los medios”, aunque sí practican procedimientos parecidos a los concejos que Maquiavelo le daba a Lorenzo dei Médicis para perpetuarse en el poder. Combinando a Aristóteles con Maquiavello uno podría decir que el político profesional se ocupa del bienestar general, únicamente como herramienta o medio de perpetuarse en el poder.
¡No, sí solo quieren robar! Puede exclamar un ciudadano descontento que se amarga leyendo los diarios. Este hombre seguramente sufre una rabia justificada, pero se equivoca. No es tan simple como que quieran robar. El político de raza ama el poder. Que ese poder le pueda servir para enriquecerse es una historia aparte. Ama la voluptuosidad del poder, de dominar a los individuos, las organizaciones y las masas. Disfruta el vértigo de la lucha política, goza de las adulaciones, aunque algunas pocas veces desconfía de ellas. Y en ocasiones termina perdiendo el sentido de la realidad. Antes era peor porque perdían la vida, envenenados o apuñalados en Roma, o con la cabeza prolijamente separada del torso por el hacha de la Torre de Londres. Ahora, los políticos aparentemente están más civilizados, porque los magnicidios son bastante menos frecuentes. Sin embargo, la muerte llega hacia los seres inferiores, porque es imperativo organizar una guerra de vez en cuando. Ya no dominan las familias reales o imperiales, ni las convicciones doctrinarias. Ahora es una cuestión de personas, alianzas, conveniencias, lealtades y traiciones. Las ideologías son instrumentales a la construcción del poder. Pertenecer a un partido político puede ser una tradición familiar, una convicción ideológica, o una simple estrategia. Pero dentro de ese partido, a veces las rivalidades y desencuentros son más intensos que con adversarios de otras agrupaciones. Es cierto que hay idealistas que defienden a ultranza sus íntimas ideas, éticamente intachables, pero, últimamente he visto muy pocos de éstos…
Los políticos asistentes al acto del aniversario del pueblo, no merecerían una crítica tan lapidaria, porque yo los conozco como seres humanos. La mayoría pertenece al Pach, acompañaron el proyecto del Provech al momento de ser creado, son aliados tácticos del gobierno provincial del PJ… Hacen lo que pueden. Muchos se iniciaron como personal municipal y tuvieron ese cambio cualitativo que los transformó de empleados estatales a funcionarios políticos. Por las dudas, algunos mantienen el puesto municipal, y si bien tienen la carrera congelada, en el caso de que les llegara a suceder una desgracia política, podrían volver a su antiguo empleo, con algo de tristeza por cierto, pero con el sueldo asegurado. Alguno puede tener una esperanza mayor, llegar a tener un cargo provincial, o nacional, como una concejal que llegó a ser diputada provincial, aquella que llevó la ofrenda floral.
Lo que sí se podría criticar a los organizadores del acto, es que olvidaron la esencia del asunto: El aniversario del pueblo. Ninguno de los oradores hizo mención al año 1928 en que se designó la primera Comisión de Fomento, ni al señor Pedro Pascual Ponce, quien fuera su primer presidente. Nada se dijo respecto al esfuerzo de los pioneros, que con gran precariedad de medios se establecieron en el lugar y se mantuvieron en él. ¿Cuáles fueron las razones de la omisión? Uno podría decir: El desinterés. Nadie debió tener ningún especial interés en destacar la fecha, el 2 de Abril de 1928. El ministro cumplía con la obligación, dejar un granito de arena de parte del gobernador, que rápidamente se perdió en los médanos de las trivialidades políticas; el intendente debía cubrir su gestión, tan atacada por las reducciones presupuestarias de Nación y Provincia, y el ex combatiente quería marcar terreno. ¿Otra razón para el olvido? Me da la impresión de que en este pueblo no se venera demasiado a los pioneros. Tal vez por la carencia de ellos. Aquí no hubo ningún Luís Piedrabuena capeando tempestades, ni un Perito Moreno jugándose la vida en las tolderías de Saihueque, ambos en el siglo diecinueve. Aquí, en 1928 las cosas eran duras pero no tanto, ya existía el Territorio Nacional de Chubut, había luz eléctrica y los automóviles circulaban por caminos enripiados. Otro aspecto poco meritorio para los viejos pobladores, es que una de las principales actividades fue la de aserraderos. Se talaron vorazmente grandes extensiones de bosque nativo y las políticas de repoblación arbórea no dieron el resultado esperado. Otra razón para justificar el olvido de 1928: Nos falta arquitectura con patina histórica. No tenemos nada espectacular para mostrar a los forasteros, como el molino histórico de Trevelin, las viejas Casas de Té de Gaiman, las iglesias de madera de Chiloé, o las construcciones de Bustillo en Bariloche. El rol protagónico es el de la naturaleza: Lagos, valles y montañas. La Asamblea General de las Naciones Unidas estableció el día 11 de Diciembre como Día Internacional de las Montañas, designación a la que adhirió la República Argentina y la Municipalidad de Lago Puelo. ¿Tendremos algún acto conmemorativo?
Como dicen los políticos en campaña: Tenemos una oportunidad histórica. Ya que no disponemos de mucha historia para contar, hagamos algo por la naturaleza para que cuando nuestros descendientes, bien adelante, cuenten los hechos de estos días, no se sientan muy avergonzados.


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Un viaje al corazón de mis deseos - Faride MATAR

Un viaje al corazón de mis deseos
Poema
Ester Faride MATAR

Desierto del Sahara…
Te anochecí con lágrimas y me amaneciste en emoción.
Te caminé y en las dunas sedientas y arenosas, encontraste la nostalgia ancestral de mis abuelos. Robaste mis huellas y te seduje en el hurto.
Coqueteamos al unísono cuando el sol se escondía en areniscas.
Fuimos amantes declarados cuando ese mismo astro expandía su luz en una ardiente madrugada.
Te imaginé tantas veces y de tantas formas, que no supe descifrar en ese instante, qué es lo que sentí… porque todo era igual y todo diferente. Los matices ocres dibujaban siluetas inexistentes que al danzar, se confundían con una realidad inventada de quienes llegamos a Marruecos, buscando diferentes horizontes.
...El mío estaba ahí… extendiéndome una alfombra milenaria y polvorienta que cautivó el asombro con aroma a menta, en un pocillo de té que se dormía adrede entre mis manos.
Fue algo asi, como una expedición al corazón de los secretos.
Levanté mis ojos. Observé que mi mirada se marchaba en dromedarios y entre turbantes y túnicas celestes y azulinos, los bereberes y nómades pronunciaban palabras, antes escuchadas.
¡Si! Porque mis abuelos, los tuyos, que emigraron como tantos abuelos, pronunciaban a diario un: As-salaam-alaykum (que la paz sea contigo) y mi viejo, como los tuyos respondían “malaykum-salam” (te deseo lo mismo), y numerosas frases que en el eco del paisaje, se tornaban familiares... y extraían de mi memoria, olvidadas pronunciaciones... por el tiempo... seguramente.
Pasadas las 8 de la mañana mis pies apretaban las montículos de arena queriendo grabar, sin quererlo, el paso de mi esencia en esa perspectiva... tan soñada... tan anhelada.
Marruecos fue un viaje programado.
Vivencié el antes, con ansiedades... el durante con asombros y el después... quizás cuando pasen los días consiga transmitirte la vibración de mi loco corazón.
La música árabe resonaba en cada rincón visitado... y mis manos sacaban de la mochila el caderìn –rojo y con monedas doradas- que atándolo a mis caderas, me creía odalisca sin barreras de idioma o de lugar... Dancé una y mil veces al compás de la armoniosa melodía tan particular... arraigada desde siempre en mis sentidos.
¡Cómo te gusta esta sinfonía!... ¿entendès lo que dice? Me preguntó Estella.
No entiendo el idioma, le respondí.
“Lo siento”.
“Pasa por mis venas”.
“Lo llevo en mi alma”.
No tuve intención de explayarme en el tema, porque quise saborear cada instante, cada minuto, cada segundo...
Estella integraba el grupo, era delgada y no podíamos deducir su edad. Porque caminaba despacio, con sus hombros caídos y su rostro no tenía arrugas. Más tarde, cantó 60 años. ¡Sesenta años! Dijimos todas las mujeres... ¡No los representàs! ¡Te conservàs en formol! Acotó Angélica, que decía ser sicóloga... Decía...

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miércoles, 17 de junio de 2009

Poesías - Karina Canale

Tres Poesías de
Karina Canale
Lago Puelo - Chubut

EL NUEVO VALLE

Este pueblo es una canción,
Una mezcla exacta de la
Libertad contra la represión,

Aquí viven sueños de pelilargos
Sangre de antepasados,
Y escondrijos de exiliados

Este pueblo es bosque y es valle,
Madera y rio,
No soy de aquí…pero es mío.

Cantos de lejos, sabores de artesanos,
Montaña imponente, valores hermanos
Poemas de su mismo corazón
Nacen en El Bolsón.

Cordillera

Un ave blanquecina que despliega
Sus alas hacia el infinito, y
Se turba entre los pinos añejos,
Pero vivos...
Centinelas de pequeñas vidas
Que pululan en un orbe
De círculos continuos y perpetuos.

Desde adentro,
La tierra dejo crecer sus gigantes,
Para marcar el contorno de un lugar consagrado,
Que entre huemules y aljabas
A su antigüedad, sigue enlazado.
Aun se huele en el aire... su apasionante pasado,
Que renace en su gente,
Y descansa en sus lagos.

Puesta en escena

Estoy rodeada
De fantoches de hojalata,
Los anillos y la casa de cartón,
Invisible es el cariño
Y de nuez,

Esta hecho el amor.
De felpa son los abrazos
Y de corrugado es el valor,
Los versos de dichos copiados,
La contención... a vapor,

De hojaldre las promesas,
La vida es una proeza,
Mi amor... un bandoneón,
Las marionetas se aprestan,
Se va corriendo el telón.

www.lasletrasdekarina.blogspot.com

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sábado, 13 de junio de 2009

Las Quitapenas - Sergio Zárate

LAS QUITAPENAS
Cuento Corto
Sergio Zárate
El Bolsón - Río Negro

Era verano, hacía una semana que estábamos de vacaciones de la escuela... con mis amigos Lili y Ricardito habíamos pasado a sexto grado y estábamos disfrutando del merecido descanso. Nuestros once años, el calor del valle y toda la libertad que nos daba el ocio nos hacían sentir como las golondrinas que volaban acrobáticas sobre nuestras cabezas.
Después de almorzar nos juntábamos en el porch de mi casa a jugar o para salir a dar una vuelta en bici o ir a caminar. Nos encantaba caminar por los bosques de cipreses y trepar hasta la cumbrecita del Cerrito Amigo para poder ver todo el pueblo de El Bolsón, nuestro querido pueblo. Desde esa altura parecía una ciudad de juguete... y más al oeste se veían las montañas que nos separaban de Chile con sus cumbres nevadas. ¡Las veces que habremos imaginado internarnos por esas montañas para explorarlas y descubrir un templo de alguna civilización perdida! Nuestra imaginación, como la de todos los niños de esa edad era pródiga. Otras veces jugábamos a las escondidas en el bosque, era divertido... si no se hacía muy tarde porque entonces a mí me daba algo de miedo.
Esa tarde decidimos internarnos por un sendero que hay detrás del cerrito, poco a poco el camino fue descendiendo y finalmente las paredes de roca y tierra se abrieron para dar lugar a un pequeño vallecito. Nunca antes habíamos llegado a ese lugar... el sendero se veía transitado y proseguimos nuestra aventura.
Caminamos por un tiempo, el sol penetraba por entre las copas de los árboles, formando curiosos diseños y caminos luminosos. Lili recogió una flor de Amancay, se la puso en el cabello y nos miró divertida.
- ¡Miren! – exclamó Ricardito acelerando su paso -. Ahí adelante se ve una casa... ¿Vivirá alguien?
- Veamos – dije, siguiéndolo curiosa.
- ¿No habrá perros? – preguntó Lili.
Como respuesta a su pregunta apareció una gran perra Setter, muy colorada y muy tranquila, se acercó tímida, moviendo apenas su cola... Ricardito la acarició y entonces el movimiento de su cola se aceleró y la Setter empezó a dar vueltas alrededor de nosotros.
Salimos del bosque y vimos una gran casa, con planta baja, primer piso y lucarnas que salían del techo. Tenía una galería rodeándola. No había nadie a la vista.
- Mejor nos vamos – dijo Lili -. A ver si están los dueños y nos echan...
- No seas miedosa – respondió Ricardito -. ¿Qué nos van a decir?... además yo tengo sed.
- Yo también – dije, apoyándolo.
En ese momento sentimos pasos que venían de un costado y una voz que nos dijo:
- Hola, ¿buscan a alguien?
Era un muchachito alto, de pelo colorado y ojos de un celeste muy claro... debería tener un par de años más que nosotros.
Le dijimos que estábamos paseando y que habíamos llegado ahí de casualidad, que no sabíamos que viviera alguien por esos lados.
- Aquí viven mis tíos Ethel y Edwin – nos dijo el muchacho sonriendo -. Yo soy Rafael, estoy de vacaciones.
Nos presentamos y nos invitó a sentarnos un rato en la galería para descansar, entonces salió su tía, una señora gordita y muy simpática que nos llevó un poco de jugo de manzanas y unas galletitas caseras.
- El jugo de manzana lo hicimos tío Edwin y yo con las manzanas de aquí – dijo Rafael, orgulloso.
Al rato se nos unió el tío Edwin, era un hombre grande, pelirrojo como Rafael y hablaba con un acento raro.
- Mi tío es escocés – nos aclaró Rafael, pero hace muchos años que vive aquí.
- Es verdad – dijo el tío, riendo -. Hace ya mucho tiempo que estoy por estos lados, este lugar me hace acordar mucho a las tierras altas de Escocia... ¡aunque aquí no hace tanto frío!
Al cabo de un rato nos despedimos y regresamos al pueblo. A partir de ese momento el sendero hasta la casa de tía Ethel y tío Edwin, como nos acostumbramos a llamarlos casi enseguida, se nos hizo cotidiano, pasábamos largas tardes jugando con Rafael, de quien nos hicimos íntimos amigos y compinches.
Los tíos no tenían hijos y Rafael los visitaba cada verano para hacerles compañía y disfrutar del lugar. Ya estaba en el primer año del secundario, vivía en Córdoba y sus hermanos eran mayores que él y preferían quedarse con sus amigos en su ciudad.
Todo en la vieja casa nos resultaba intrigante, tío Edwin había viajado por el mundo y tenía tesoros inimaginables guardados en las distintas vitrinas y estantes.
Ese verano pasó y llegó la época de clases. Nos despedimos con pesar de Rafael que regresó a su ciudad, pero nos hicimos la promesa de reencontrarnos al verano siguiente.
Durante muchos veranos seguimos viéndonos y compartiendo juegos, experiencias y secretos... llegó la pubertad... el amor... y un día con Rafael nos dimos el primer beso... inocente beso... beso inexperto, al menos para mí. Ese verano nos pusimos de novios en secreto... ni Ricardito ni Lili lo sabían... sólo la pared de roca de una cueva guardaba nuestros nombres escritos dentro de un corazón. ¡Amor de niños! ¡Qué bello que es ese amor inocente e inexperto, cuando el sólo tomarse de la mano o ver al otro llegar nos pone a temblar!
Al finalizar ese verano yo estaba muy triste porque llegaba el momento de separarme de Rafael. Él ya estaba en quinto año y después se iría a estudiar a Escocia, donde tenía su familia. Yo recién estaba en tercer año y no sabía bien qué haría... el día que nos despedimos Rafael me entregó un paquetito de regalo.
- ¿Qué es? – pregunté, mientras las lágrimas corrían por mi cara.
- Abrilo y vas a ver – respondió, esbozando una sonrisa.
Lo abrí y había una pequeña cajita amarilla, hecha de viruta de madera, la abrí y adentro había unas pequeñísimas muñequitas hechas de palitos y vestidas con trajecitos de hilos de colores. Entonces Rafael sacó un papel del fondo de la caja y leyó:
- Muñeca Quitapenas: según una antigua leyenda de los aldeanos de las montañas, estas muñecas pueden ayudarte a resolver tus problemas. Si tienes algún problema o preocupación puedes compartirlo con una quitapenas y luego colocarla debajo de la almohada. Mientras duermes se curarán tus penas.
- ¡Es hermoso! – dije, tratando de sonreír en medio de mis lágrimas – Muchas gracias.
Entonces Rafael me abrazó, me dio un beso y me dijo que su tío se lo había traído de uno de sus viajes y que esperaba que fuera un recuerdo de los hermosos momentos que habíamos compartido... y de nuestro amor.
- Mis vacaciones aquí y mi vida no habrían sido tan bellas de no haberte conocido a vos, a Lili y a Ricardito. Yo era un chico triste y solitario y ustedes me rescataron de eso...
Ese día nos despedimos sabiendo que quizá nunca más volveríamos a vernos... yo sentí que en esa despedida también dejaba atrás mi niñez... y esa noche, sola en mi cuarto, lloré. Lloré por la partida de Rafael, mi novio-niño... lloré por la incertidumbre del futuro... lloré porque no sabía qué sucedería en mi vida... ¡y por supuesto que les conté mis penas a varias de las muñequitas que esa noche durmieron bajo mi almohada!
Pasaron los años, me llegó el turno de partir de El Bolsón para ir a estudiar, por suerte pude compartir un departamento con Lili, que también fue a estudiar a La Plata. Ricardito se casó después de terminar el secundario y se puso a trabajar en el negocio de sus padres.
Ahora era yo la que volvía cada verano de paseo a mi valle, y cada tanto íbamos con Lili y Ricardito a visitar a los tíos Ethel y Edwin, tomábamos unos mates, hablábamos de la vida y nos contaban que Rafael seguía estudiando en Escocia, que cuando les escribía siempre nos enviaba saludos y preguntaba por sus antiguos amigos.
Finalmente me recibí de arqueóloga y conformé un equipo de investigación con otros colegas. Durante años viajé por todo el mundo haciendo mi trabajo. Me casé con Pedro, otro arqueólogo, pero lamentablemente el amor nos duró poco, hace una semana que nos separamos. Hace años que no regreso a mi valle y me parece que es un buen lugar para recuperarme de mis penas. Mis padres viven en la misma casa, entro a mi cuarto y lo encuentro tal cual estaba la última vez que lo vi... no sé por qué, pero se me llenan los ojos de lágrimas. Mi mamá me abraza.
- Bueno Anita, ya está – dice, consolándome -. Ahora te quedás un tiempo con nosotros y poco a poco se va a pasar el dolor. ¿Tomamos unos matecitos con papi en el jardín?, cociné los alfajorcitos que te gustan.
¡Consuelo de mamá!... ¡Sana sana mágico que quita todas las penas!... y admito que algo me alivió estar con mis padres en ese amado jardín... charlando de cosas del pueblo... chusmeando de gente conocida.
Me acuesto a dormir y en la mesa de luz veo la cajita de las muñecas quitapenas... la tomo y la abro, entonces las coloco a todas sobre la mesa y les cuento mis penas: que estoy triste... que estoy sola... que el amor se fue... y que ya no soy una niña... después lloro un poco, las coloco debajo de la almohada y me duermo...
De pronto me encuentro caminando por el sendero que lleva a casa de los tíos Ethel y Edwin, pero no estoy sola, las cinco muñecas quitapenas me acompañan... ¡Están caminando a mi lado, ya no son diminutas sino que tienen mi tamaño! Sigo caminando por el sendero, pero cuando está por internarse en el bosque de cipreses que está antes de la casona, una de las muñecas me habla:
- ¡Por ahí no! – dice, tomándome del brazo.
- Tenemos que ir por este lado – dice otra, con una pollera azul.
- ¿Ya no te acordás más de la cueva? – agrega una tercera.
- ¿Y de la promesa? – pregunta otra con una falda blanca.
Las miro extrañada, sinceramente no sé de qué me están hablando, pero las sigo, a poco llegamos a la pared rocosa y comenzamos a recorrerla.
¡Ya sé a qué se refieren! – digo, comprendiendo finalmente -. Quieren que vaya a la cueva donde íbamos con Rafael...
Al pronunciar su nombre siento un nudo en la garganta... todo ese amor adolescente me embarga y empiezo a llorar... recién entonces me doy cuenta de cuánto lo he extrañado durante todos estos años.
Entramos a la cueva y las muñecas señalan la pared donde escribimos nuestros nombres hace tantos años... aún se pueden leer...
Me despierto, es temprano, recuerdo el sueño y tengo ganas de ir a visitar a los tíos. Es una mañana fresca, subo el cerrito, sigo el sendero y antes de entrar al bosque siento un deseo incontrolable de visitar la cueva... nuestra cueva.
Camino con pasos acelerados... no puedo encontrarla... claro, pasaron tantos años... ahh, sí, aquí está...
Entro, me doy cuenta que es más pequeña de lo que me parecía... llego hasta la pared donde estaba el corazón... pero se ve muy nítido, como si alguien lo hubiera remarcado con un carbón...
- Hola Ana – dice una voz vagamente familiar a mi espalda –. ¡Sabía que iba a encontrarte aquí!
Me doy vuelta y veo a un hombre pelirrojo, alto y fuerte que me sonríe dulcemente.
- ¡Rafael! – digo, emocionada - ¿Qué hacés aquí?... Anoche las quitapenas me señalaron este lugar.
Nos acercamos y nos estrechamos en un abrazo... después él me aparta y me mira profundamente a los ojos... los suyos tienen lágrimas... y también su acostumbrada sonrisa burlona...
- Volví ayer de Escocia... te extrañaba y anoche soñé que nos íbamos a encontrar aquí – dice, emocionado –. Te eché mucho de menos todos estos años... ¿y vos?
Asiento levemente con la cabeza... entonces nos besamos con dulzura al principio, como cuando éramos niños, después los besos se vuelven más apasionados. Seguimos abrazados por un largo tiempo...
- Vamos a casa de los tíos – dice Rafael al cabo de un rato -. Les va a dar gusto verte... sobre todo cuando les diga que ya no vas a irte de mi lado... ¿No?
- ¡Nunca más, mi amor!
Y caminamos, abrazados hacia la casa tan querida. Siento que por fin encontré mi hogar junto a Rafael...

Sergio Daniel Zárate

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viernes, 12 de junio de 2009

"Canto" y "Porque..." - Bommecino

Canto - Porque
Poesía
Hugo Bommecino


CANTO

Canta el poeta a la natura,
A la vida y al amor.

Canta el poeta a la lluvia,
A la nieve, al calor.

Canta el poeta a los pájaros,
a las flores, al verdor.

También le canta a los niños,
a los ancianos y al Señor.

Emanan palabras de su interior,
Como fluye la sangre por las
venas del labrador.

Canta el poeta al pasado,
al futuro, al hoy,
y en ese trinar de cantos,
él también un poema se escribió.

HUGO BOMMECINO


PORQUE…

Porque pensaba en la vida
Y me encontré en un ocaso.
Porque todo fue.

Porque las estrellas titilan
Y el sol es mas tibio.

Porque los brotes crecen,
Y las flores nacen.

Porque el blanco de la montaña,
Se confunde con el verde del valle.

Porque el acre olor,
Se volvió dulzón y cálido.

Porque el estar adentro,
Es salir afuera.

Porque es tu ocaso Invierno
Y naces tú, “Primavera”.



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martes, 9 de junio de 2009

La Mansión en Llamas - Bommecino

LA MANSION EN LLAMAS
Fragmento de su libro
Hugo Bommecino

En la quietud de la noche que le brindaba el Brasilian Hotel, donde se hospedaba, Judith despertó sobresaltada, algo molesta. Encendió la luz del velador y miro el reloj. Este marcaba las cuatro horas de la madrugada. Pensó en la pesadilla de la que había sido objeto. Se levantó y encendió un cigarrillo. Se acercó a la ventana y desde allí pudo observar a los pocos vehículos y escasos peatones que circulaban por la Avenida Atlántica.
La situación era aún algo confusa. Se sentía en parte culpable por lo que le había dicho a su madre en el sueño, pero no obstante ello, se sintió aliviada. Sabía que, al menos, no había sido real, sólo se había tratado de una pesadilla de mal gusto.
Bebió un poco de agua y luego se recostó nuevamente. La suavidad de las sábanas le recordaba a su casa, pero de algo estaba segura esta vez; ni su madre ni la sirvienta la despertarían más tarde para recordarle las obligaciones del día que se iniciaba. Había llegado el momento de tomar sus propias decisiones, las que ahora constituían un desafío para ella y por lo cual estaba allí, sola en semejante habitáculo hotelero cuidadosamente arreglado.
Horas mas tarde, cuando volvió a despertar, se levantó e inmediatamente tomó una ducha, se vistió y bajó al restaurante para desayunar. Iba ataviada con ropas livianas. Por las noticias de la T.V., la temperatura ambiente sería bastante elevada comparada con la de otros días anteriores y, por otra parte, pensaba hacer playa, lo que dentro de sus planes, parecía lo ideal para gran parte de la jornada.
Cuando ingresó al Salón Don Ambrosio, donde se servía el desayuno y la cena, su estampa, un metro setenta de estatura, tez blanca, ojos marrones cautivantes, su cabello algo ondulado de color castaño claro, al que había recogido con un pañuelo blanco con lunares rojos y además, llevaba puestos grandes anteojos ahumados, produjo una cierta mirada de asombro en quienes se encontraban sentados en el lugar y no faltó que algunos huéspedes le mirasen de reojo mientras se servían en el buffet. Casi al instante se dio cuenta de ello. Caminó despacio, airosa, como era su estilo y luego se detuvo y escrutó el salón en todas direcciones buscando ubicación.
Eligió una mesa desocupada que se encontraba cerca de uno de los ventanales. De esta manera podría disfrutar del panorama que le ofrecía el lugar. Dejó el bolso que llevaba sobre una de las sillas y los anteojos los ubicó sobre el mismo. Sigilosamente, son un lento movimiento de caderas, se acercó a la mesa principal, entre otras cosas eligió mantequilla, mermelada de duraznos, una rodaja de ananá, tres
tostadas, un vaso con jugo de naranja y un yoghurt. Decidió un desayuno abundante. Cuando el mozo, un muchacho pulcramente vestido, que le dio lugar a mirarlo singularmente, se acercó a su mesa, pidió café con un poco de leche.
Se sentía más feliz que nunca. Estaba sola. Lejos y sin reproches ni miradas absurdas.


Segunda Entrega

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lunes, 8 de junio de 2009

Invernar-Mansamente-Empujar - Torres

Consignas: Invernar - Mansamente - Empujar
Narración
Miguel Ángel Torres

Valle de Lerma 3 de Marzo de 1987. Encuentro inaugural.
En la primera carta de Pedro de Alvarado a Cortés, fechada en Utatlán el 11 de abril de 1524, el adelantado dice: “Según estoy informado tengo mucho que hacer adelante y a esta causa me daré prisa por invernar cincuenta o cien leguas adelante de Guatemala”. El 28 de julio de 1524, Alvarado informa a Cortés de su partida… Cuatro años antes, durante la gran fiesta de Toxcatl, que se celebró en fecha cercana a la de Pascua de Resurrección de 1520, Alvarado perpetró un ataque a traición contra los mexicas, que se hallaban en el gran patio del Templo Mayor de la ciudad. A pesar de todos los inconvenientes llegué temprano aquella fría mañana; tenía la intención de estar cerca de la mesa de los ponentes… Tuve tiempo para saludar a Juan Martín y al turco que aun no habían entrado al salón… a escasos 2 metros mantenían una charla distendida Jean Miel, Clau Melliasxu y Maurice Godelie. Génesis presentaría ese día una ponencia sobre el viaje de Pedro de Alvarado a Guatemala. Yo tan solo quería ver a Génesis.
No la conocía personalmente. Había leído sus extensos artículos con mucho interés. En su ponencia sostuvo que el termino invernar en la primera carta de Alvarado a Cortés debía tener una trascendencia mayor a la atribuida por los exegetas decimonónicos de sus epístolas. Pues bien…me enamoré inmediatamente… Nos vimos un rato en la confitería del Hall central de la Universidad merced a la oportuna gestión realizada por Leda, charlamos y luego ella tomo un vuelo desde Jujuy a Buenos Aires… yo me quede en Salta…

Olavarría, 7 junio de 1992… 5 años después. Segundo encuentro
En las bienaventuranzas Mateo dice: Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Esta vez Génesis observaba desde la escalinata del aula magna… yo presentaba una relación académica sobre la tercera bienaventuranza,
Mateo 5, 5, con el presuntuoso titulo de “revolución Cristiana y campesinado en el nuevo testamento…” Luego tomamos mate durante 4 horas en un cubil que nos facilitó el padre Mario de la iglesia de Olavaria… ella se enamoró de mí después de 5 años… Mas tarde caminé lentamente hacia la pequeña Terminal de ómnibus… unas horas después yo estaba en buenos aires y Génesis en El Calafate.

El Bolsón septiembre de 2001… 14 años después.
Aun seguimos enamorados. Nos vimos tan solo 16 horas en estos últimos 14 años y aún seguimos enamorados.

Honolulu en un tiempo más cercano
Meditación primera: Corresponde al tiempo la consideración de su complejidad. Génesis esta sentada a mi lado. Hace 45 minutos que nos encontramos en el Museo Bishop y ahora estamos en el Salón de la Meditación… juntos después de 9 años sin vernos. Nunca nos tocamos la piel, ni intercambiamos fluidos de ninguna especie, solo las palabras obstinadas acompañaran nuestro inverosímil esfuerzo por seguir unidos… Caminamos por el enorme pasillo de paredes doradas y pisos rojos alfombrados, de candiles eternos y exóticos perfumes hasta llegar al Gran Dohyo. Honolulu siempre debe dar un poco más; debe demostrar que valió la pena salir de Tokio, de Osaka o de Fukuoka… Es por ello que todo allí esta sobredimensionado, el lujo, la humildad, el honor, el tiempo… sobre todo el tiempo… Es por esto que escogimos el lugar… El tiempo y la lucha… nos sentamos a no más de 12 metros del mítico círculo. El tiempo es el tema de nuestra primera meditación, el Gran Dohyo del Forest Botanical Garden el lugar; y el trigésimo quinto encuentro universal de sumo el acontecimiento. Las reglas prohíben dar patadas, puñetazos o tirones de pelo… las reglas estimulan la acción de empujar… empujar para lanzar, para tirar, para expulsar… ya consumimos cantidades de Chankp nabe, ya practicamos el noble arte del Haragei depositando nuestras almas en el estomago furioso del tiempo. Bajamos nuestros centros de gravedad para ser estables. Los Sumotoris nos saludan…Génesis representa la escuela del Tiempo por venir… Yo la escuela del tiempo ido… Estamos descalzos, estamos desnudos, nuestros genitales apenas guarnecidos por el suave cinto de seda, el Mawashi… hemos fumado del opio de la memoria reminiscente para llegar hasta Honolulu. El combate lo hemos de desarrollar dentro del círculo estando siempre sujetos a la estricta geometría sintoísta… No habrá Gyoji (arbitro) que vista su kimono de seda y su sombrero especial, no habrá Gyoji con el estricto puñal del honor, el que debe usarse en caso de error para salvar la memoria de su linaje. Solo nos someteremos a la monumental conciencia de los cinco Yokozunas (Hermanos ausentes). Génesis lanza a su Tachimochi (sirviente personal) sobre el mió para entregar las espadas a los hermanos en ausencia. Elegimos como siempre la terca obstinación de las palabras que estarán cubiertas con delantales bordados. Daremos palmadas para que las palabras muevan sus delantales arriba y abajo para demostrar fuerza y valentía

Honolulu días antes que hoy
Segunda meditación: al tiempo se le suma el empuje.
Comienza la lucha. Después de estirar y flexionar los músculos, lanzamos puñados de sal esparciéndola por toda la nave, en un rito de purificación sintoísta. Después nos ponemos en cuclillas y golpeamos el suelo con nuestros puños mientras mantenemos una batalla con los ojos; el shikiri-naoshi dura varios minutos. Realizamos amenazas moviéndonos como tigres enjaulados. Al concluir las palabras cargan unas contra otras.
Realizamos 48 movimientos o lances de palabras (Kimarite): doce exclusiones, doce revoluciones, doce insurrecciones y doce eliminaciones de envés; cada uno tiene un nombre que no sabemos. Sacar las palabras de la arena o tirarlas al suelo, hacerlas salir por la boca desde el estomago pues es allí donde reside nuestra alma. Si tan solo una letra de alguna de nuestras palabras sobrepasa el borde de la arena, el combate finaliza, y también si cualquier letra, excepto las indicaciones gramaticales de entonación, toca la arena. Sabemos que la mayoría de las peleas duran menos de medio minuto y algunas concluyen en pocos segundos. Lo sabemos porque nuestra eternidad ha vivido del instante y el empuje. El tiempo es la fuerza grosera y rústica… el empuje la acción civilizadora del tiempo.
Génesis realiza una maniobra de ataque básica y me abofetea con un letal tsuppari.o moquete de tracción al rostro. Luego continúa con una cadena de sólidos sopapos de empuje. Se abren paso por el aire sus manos bellas y desconocidas, viajan deseosas, ávidas de tronar contra la cara subversiva que la mira… Delira que en el contacto del sopapo puede ver como ellos dos hacen el amor que nunca hicieron, como entonces se casan, como comparten la humilde la cacita en el sur de Aldo Bonsi (herencia de la abuela materna de una prima de él), como tienen un perro furioso y melancólico, además como tienen el primer hijo, como ella no logra la beca de doctorado en el conicet, como se frustra y le pide a él que le haga otro hijo, que algo tiene que hacer, como se hartan de las peleas con los suegros, como muere su madre, como no logran comprar un lavarropas después de 7 años de matrimonio, como hipotecan la casa para comprar un coche, como pierden el coche y la casa, como el tiene una amante y ella tres, como la carta de Pedro de Alvarado a Cortes de 1524 resultó apócrifa y por ende pierde el amor del él, en fin como envejecen sin empujar.
Ella derrumba una de mis palabras que cae fuera de la arena; entonces sus palabras victoriosas enhebran un poema de amor al brusco instante del nanosegundo anticipando el final de esta patraña en forma de leyenda.

Tilcara Hoy
Tercera meditación en forma de poema épico y final:
“Cambien su vida y su corazón
Porque el reino de los cielos se ha acercado”
Invernen dejando que salgo la ira…
Empujen para ver la luz
Que Lucas ha dejado fuera a los conformes
Que en Mateo mansamente esperan la tierra…

He visto de frente, en la alacena de mi cocina, el hocico de un 1114
Estrellarse contra mi
He visto que Génesis no esta…
La hierba seca
El fruto amargo
La leche condensada
las cuatro mujeres de Dios
condensadas
Una puta, una virgen, una santa y una bruja
Génesis condensada…
No tan lejana
No tan cercana
Ni mediata, ni inmediata
Embestida en la ruta
A orilla de un viejo cabaret
Pisada Tomando vino rojo
En cachabacha, en Maracaibo
Comiendo chorizos a la pumarola
embestida en la ruta 197 y panamericana
A las tres
De madrugada arrollada
Vencidas
Dominada
Derrotada
superada
Tomando vino caliente en enero
Génesis
Que no se reconoce a si misma
Después de las tres de la madrugada
Que se deja coger por el vino caliente en el verano
Pero que esta en la alacena de mi cocina Guardada
Génesis que vive tan lejos en la lacena de mi cocina
Cerca del tropitango… del Pata Carrari inspector de espectáculos
Y novio putativo de Claudia la más bella prostituta de todo el burdel
Que hay en la alacena de mi cocina…
Juntos no tomamos nunca leche condensada
Con coco rayado…
………………….
-Lucas ¿Qué pasa con los mansos? ¿Qué pasa con la tierra? No ves que habrá guerra en la alacena de su cocina sino prometéis la tierra a los dóciles.
Dijo Mateo.
En mi alacena
No hay reforma agraria, ni nacionalización de la banca,
Ni impuesto potencial a la renta agraria…
No hay 25 de mayo de 1973
Ni cárceles en migración
En mi alacena
Esta Génesis con un chorizo al morrón
Y su correspondiente campeón universal de sumo…

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domingo, 7 de junio de 2009

Instantes - Bommecino

Instantes
Cuento Breve
Hugo Bommecino

Era una tranquila tarde de primavera. Sentado en un banco a orillas del Lago Lanquihue disfrutaba del paisaje.
A sus espaldas estaba la ciudad y frente a sus ojos y en la inmensidad del maravilloso y tranquilo espejo de agua, detuvo su mirada en el majestuoso Volcán Osorno, que parecía dominar todo el paisaje. Este estaba cubierto de nieve, a pesar de la estación.
Por instantes se sintió pleno de satisfacción, pues había logrado llegar al inicio de su objetivo. Volver al lugar le había significado un gran sacrificio tanto económico como sentimental y esto se debía a que había estado allí en otras circunstancias y acompañado de su esposa primero y luego con sus hijos.
No hubiese tenido la necesidad de quedarse, de no haber sido por los sueños que cada tanto revivía en su memoria a sus seres queridos.
Aquello era realidad. Una realidad palpable que no denotaba otro objetivo que el que se había propuesto cuando partió de su tierra natal, España, donde residía actualmente.
Atrás había quedado todo su accionar en aras de volver a pisar esta parte de Chile, donde había disfrutado tanto con su familia.
Tenía en sus manos un pequeño cuaderno en el cual dejaría plasmado lo que sentía en esos momentos y todo lo que debía realizar previo a tomar la decisión final. Pero, cuando tomó el bolígrafo para escribir sintió que un pequeño temblor se apoderaba de su mano derecha. No sabía si era por la utopía que estaba a punto de empezar o si era el llamado de alguien o de algo.
Respiró profundo y exhaló varias veces hasta que sintió un poco de alivio, hasta que esa presión que sentía sobre su pecho aflojara. Siempre, desde un principio, desde aquel lejano día en que lo decidió, supo que sería la tarea más difícil de emprender, de llegar a concluir y sentirse satisfecho.
Supuso siempre que sería fácil de iniciar el trabajo, pero ahora que se encontraba frente al papel y con el bolígrafo en mano, entendió que no. Que debía redoblar muchos esfuerzos en poner a ese torbellino de sueños, recuerdos, ideas y otras más que hace mucho que lo perturbaban, que lo acosaban, que lo aplastaban como si fuera una nuez para sacar el contenido fructífero.
Pero el fruto de la nuez que dejaría plasmado en el papel se trataba de otra cosa más perturbadora, más agotadora, más fatigosa, más problemática de llevar y no tan exquisito como el sabor del fruto.
Repentinamente se trasladó en el tiempo y el espacio. Los recuerdos comenzaron a fluir de su perturbada mente e inició lo que había deseado desde siempre.
En aquel entonces también era una cálida tarde de primavera en que había concurrido caminando por la Avenida La Castellana con el objeto de llegar hasta la fuente de Los Cibeles, en Madrid.
En la mitad del camino se detuvo a contemplar los floridos jardines que engalanaban la avenida por la que transitaba. Joven, lleno de vitalidad, todo le parecía tan bello que le parecía que no sería capaz de guardar en su memoria tanta belleza que lo circundaba.
Retornó lleno de gozo a su hogar y recordó aquel día cuando se sentó en el bar para degustar un café y la vio por primera vez. Se sentó muy cerca de él y cuando las miradas se encontraron, fue como que hacía mucho tiempo que se conocían. Transcurrió la tarde y así, sucesivamente, fueron acercándose cada vez más cuando se veían y sus miradas transmitían un mensaje especial para ambos. Lo sentía, lo intuía y deseaba que cada tarde se prolongara por más tiempo, que el reloj detuviese el paso del tiempo y que ese estado especial perdurase…

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viernes, 5 de junio de 2009

Ángeles del Caribe - Bommecino

Ángeles en el Caribe
Fragmento del libro
Hugo Bommecino


Antes de iniciar el viaje, todo le parecía imposible, pero ahora que, a través de la ventanilla del avión podía observar las primeras playas de la Antigua Hispaniola, ese imposible se tornaba repentinamente en algo real, tan real que sintió un cosquilleo en el estómago al saber que se estaba acercando al destino final, ignorando por qué le llamaban el Paraíso Terrenal.
Muchos de sus amigos, que ya la habían visitado, le habían hablado así de esta maravilla, cuyo nombre de los labios de Rodrigo de Triana, hace más de quinientos años, le diera otro color y sabor al viaje expedicionario tanto a Cristóbal Colón como a los tripulantes de las Carabelas, cuando la palabra TIERRA llegó a sus oídos y hasta el más incrédulo de aquellos hombres se olvidó de su pasado reciente de incertidumbre para tratar de lograr un espacio en las embarcaciones y poder ver con sus propios ojos lo que otro decía haber divisado, ignorando, aunque más no fuera adónde habían llegado, pero eso en aquellos momentos no importaba.
Es que además, la República Dominicana, conocida universalmente como Santo Domingo, en el momento de la maravillosa Creación Universal de Dios, fue tan privilegiada que, cuando se piensa en ella, hay que imaginarse que allí, quizás el creador fue más pródigo y es que esto ocurre cuando en semejante remanso de paz, con atardeceres y amaneceres que embrujan a cualquiera, se camina por su tierra de infinitos verdes o se queda a la orilla del mar de cristalinas aguas, mientras los rayos del sol van dando al lugar un especial encanto de variedad de colores difíciles de describir.
Ella también, por momentos, se olvidó de su pasado cuando luego de recuperar su equipaje y al salir del Aeropuerto Internacional Las Américas en busca del medio de movilidad que la llevaría al Complejo Turístico donde se hospedaría, sintió que el calor reinante abrazaba su cuerpo desde la cabeza a los pies.
Se dirigió hacia la salida y al mirar a los que esperaban allí, distinguió a un joven del que, a medida que se fue acercando, notó que la piel de su rostro era de un bellísimo color moreno, y que sostenía en una de sus manos un cartel con su apellido. Se alegró al saber que no tendría que esperar.
Se paró frente al muchacho que miraba hacia todos lados a la indudable espera de que la persona que buscaba se aproximara y al verle detenidamente, le sorprendió también el color claro de sus ojos que contrastaba con el de la cara. Simplemente dijo:
-Buenos días joven… soy Raquel Trenton…
-Buenos días señora… permítame su equipaje…-dijo amablemente a la vez que le sugirió que le acompañase hasta el vehículo estacionado cerca de allí.
A pesar de la alta temperatura ambiente y del reinante sol que parecía que quemaba, no dejó de observar los árboles con florida vegetación en sus copas que iba desde un rojo intenso hasta un pálido color rosado y que estaban ubicados dentro de los canteros que circundaban la avenida que pasaba por la estación aérea. Luego supo que se trataba del "flamboyán" que era un árbol típico de la zona.
En el interior del bulevar que los contenía habían sido ubicadas armoniosamente, plantas con flores de todos los colores y formas que, mezclado este colorido con el verdor del resto de las plantaciones, embellecían el paisaje por doquier.
A Raquel se sumaron otros turistas que ocuparon los asientos de la traffic convenientemente acondicionada. El fresco del interior del vehículo le hizo sentir un alivio corporal. Por instantes pensó si sería capaz de soportar tanto calor durante su estadía en la isla. Los comentarios respecto a este tema, eran el común denominador de todos los que ocupaban los asientos del vehículo. Por las risas que provenían de un matrimonio sentado en los asientos traseros, tuvo la certeza de que hacían alusión a la gordura de uno de ellos y su relación con el calor. Acomodó su equipaje de mano para que una dama se sentara a su lado cómodamente. Sabía de antemano que el viaje duraría más de dos horas hasta el destino final.
-En Punta Cana es más fresco… -Dijo el moreno chofer al escuchar el comentario de los turistas. Raquel esbozó una sonrisa.
Desde el momento en que el vehículo inició la marcha, el trayecto se tornó bastante atractivo. Las afueras de la ciudad con los encantos propios de la misma, sus calles, sus casas pintadas con vistosos colores en las paredes, puertas y ventanas, denotaban las diferencias de costumbres con su país de origen, donde las tonalidades de pinturas no eran tan llamativas. Por sí sólo todo ya le iba hablando del baile popular de la isla "el merengue", del cual había leído en alguna revista al respecto y comenzaba a percatarlo y que se hizo sentir más aún cuando el chofer encendió la radio y se escuchaba por doquier mientras trataba de sintonizar alguna emisora.
Su gente, algunos transitando en bicicletas, otros caminando, en vehículos algo nuevos y otros bastante antiguos, también tenían un encanto especial. Cada cosa nueva que descubría le iban dando las pautas para que tomase conciencia de que se encontraba en el Caribe, que eso no era Europa, a la que había viajado varias veces cuando el "aroma de la felicidad" reemplazaba al perfume que generalmente usaba y que semi dulzón, manaba del abrigo que aproximó a sus órganos olfativos…


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