lunes, 13 de julio de 2009

Miguel Ángel - Bommecino

MIGUEL ANGEL

Cuento Corto

Hugo Bommecino – Mendoza

En la soledad de la habitación en que se encontraba, Carla, que había llegado del Supermercado, no escatimó esfuerzo alguno en terminar la conversación que iniciara desde que saliera de casa. Lo hacía con su madre, a quien le contaba los preparativos que estaba haciendo para el encuentro que tendría lugar en su casa.

Todo le parecía natural, normal, por lo que hasta a veces reía a carcajadas, sin importarle que algunos la miraban sorprendidos de su actitud un poco fuera de lo común, ya que simulaba tener un teléfono celular.

-Madre... te prometo que esta vez seré tan sincera con él, que no habrán peleas innecesarias de por medio... he escuchado bien lo que me has dicho...

Siguió imaginándose que su madre le recordaba épocas pasadas, en que no tenía el mínimo de paciencia para con el muchacho.

-Si mi querida madrecita... creo que no me he olvidado de nada de lo que necesito para esta noche... Después de dar varias vueltas terminé comprando comida ya hecha y que consiste en pollo asado, ensalada mixta y de postre me decidí por un flan casero que me parece que está exquisito.

-No me reproches nada... sí tienes razón... había pensado cocinar yo pero en estos tiempos modernos... es más práctico comprar todo ya preparado...

-Un beso en tu suave mejilla... que es como un pétalo de rosa... ya imagino el tuyo posándose cual una mariposa sobre una flor... Adiós.

Carla tenía toda la casa en orden y se encargó de ordenar lo que había comprado para la cena.

Escuchó el teléfono y cuando atendió, se trataba de una prima que sabía lo que estaba maquinando.

-¡Hola Inés... Gracias por llamarme y que puedo atenderte... ya que...!

-¿Tan ocupada estas...? –Fue la pregunta de la prima.

-¡Imagínate que enseguida vendrá a cenar conmigo Miguel Ángel y estoy preparando todo para la cena...! –Argumentó satisfecha, plena de felicidad..

Inés, que sabía lo que estaba ocurriendo, enseguida cortó la comunicación, deseándole suerte en el encuentro.

Eran casi las veintiuna horas cuando comenzó a extender la mesa y dejar todo en orden y acorde con el invitado especial que esperaba.

Como música de fondo, eligió unos CD de Nana Mouskouri, que era una música predilecta de ambos.

Sobre la mesa yacía un candelabro plateado, regalo de una de sus abuelas. Dos platos, cubiertos para dos y las copas para la bebida y el agua.

También engalanó el lugar con un ramo de flores que colocó en un contenedor sobre el piano y al llamado a la puerta, encendió las velas y apagó la luz artificial de la habitación.

Sus ojos se volvieron brillantes al descubrir la estatua de su amado que ella misma había esculpido y con el lienzo que lo tapaba, cubrió parte del yeso hecho hombre, mientras ella veía como Miguel Ángel le sonreía.

-¡Bienvenido mi príncipe...toma asiento...!

-Gracias... –Le pareció escuchar.

Inmediatamente sirvió la cena y llenó las copas de vino para brindar.

Todo le parecía tan normal que no había nada que desentonara.

-¡Salud por nosotros... ¡

-¡Salud mi princesa... –Escuchó decir.

En ese momento de éxtasis consumió todo lo que había servido en su plato y bebió todo el contenido de las copas.

Luego del postre, llenó los vasos nuevamente con vino y los bebió, dejándolos secos, como si no hubiesen contenido nunca el vital elemento.

Tenía en mente bailar con Miguel Ángel pero desistió de ello al comenzar a darse cuenta de que estaba viviendo la ilusión de que su amante estaba vivo, allí con ella, pero todo resultó una farsa ideada por ella.

Lo que ella había acercado a la mesa y había compartido con él, era la estatua en yeso que había esculpido tiempo después de que el muchacho terminara su vida por un choque que tuvo con el vehículo de su propiedad y que él mismo condujera.

A pesar de todo sonrió. Había tenido una noche especial en compañía de una persona que no olvidaría durante su existencia. Ordenó el lugar, tapando la estatua como estaba antes de que comenzara la fiesta.

Más tarde se preparó para irse a dormir.

2 comentarios:

Ester Faride MATAR dijo...

Miguel: Realmente un cuento muy bonito, triste en su historia. Me transportó a reflexionar sobre la soledad y aquellas cuestiones no elaboradas o resueltas en la vida. En la vida de cualquier persona. Historias y mochilas que se llevan a veces de por vida.
un abrazo sincero.

Anónimo dijo...

Pobre chica, la soledad y el desequilibrio que ella sufre son ingredientes fuertes de este cuento. A veces las ilusiones constituyen el motor para seguir viviendo.
Me gustò.
FGC