martes, 20 de julio de 2010

Nicolás Mascardi – González Carey

EL SUEÑO DEL JESUITA NICOLÁS MASCARDI

Fernando González Carey

image ( Texto ficcional en el que se relata cómo el sacerdote jesuita Nicolás Mascardi sueña que ha llegado a la legendaria ciudad de los Césares en la Patagonia austral (llamada Lin Lin por los aborígenes), antes de ser sacrificado por habitantes originarios el 5 de Febrero de 1673, en cercanías del valle del río Deseado.)

…Sus pasos desacomodaban al acólito Domingo (1) y lo obligaban a apurar la marcha. Mascardi, con el rostro desfigurado y las manos como tenazas sobre el gastado crucifijo de plata que pendía de su cuello, avanzaba con trancos decididos .

Pocas veces se detuvo, y observaba siempre el Occidente clavado entre cumbres, y era entonces cuando postrado en tierra clamaba con voz entrecortada por la fuerza necesaria y la palabra justa que abriera las conciencias perturbadas de los poyas que cerraban su camino.

Mientras oraba, olvidado de la presencia de su fiel acólito, caía la tarde sobre el lago que filtraba sus aguas por el río Deseado y entonces creyó divisar murallas y fosos (2) donde el infinito bosque de lengas, ñires y cohiues manchaban el sector occidental de la cordillera tantas veces superada, tantas veces caminada. Oteó con suma atención ese rincón, advirtiendo dos cerros que vestían de diamante y de oro sus cúspides y, en ángulo, las siluetas de las cúpulas de las torres y los techos de las casas.

Mascardi subió atropelladamente un cerro cercano y abrió sus ojos para llenarlos de una nueva arquitectura de templos, innumerables avenidas, palacios, fortificaciones y puentes levadizos. Todo era magnífico para él y el oro vestía las calles. Una gran cruz coronaba la iglesia mayor y los sones de la campana eran una música de alturas celestiales. Descendió corriendo para dar la buena nueva de haber encontrado la ciudad encantada llamada Lin Lin por los aborígenes, cuando advirtió la presencia de un nutrido grupo de sus habitantes, altos, blancos y barbados que vestían capas y sombreros con plumas, de anchas alas.

Sus armas mostraban la bruñida plata y calidad de los aceros españoles. Mascardi, atónito, creyó escuchar sus cantos y alcanzó a gritarle a Domingo que no podía resistirse a que lo alzaran en andas y lo llevaran entusiastas hacia la ciudad fantástica.

Creyó haber llegado, haber recuperado esa ciudad que había intranquilizado el sueño de tantos españoles que llegaban al Río de la Plata, o que venían del Perú o estaban en Chile. La ciudad que tantas expediciones militares habían buscado a través de la pampa ya estaba decididamente encontrada. Le llamó la atención a Mascardi que lo habitantes fuesen los mismos que la edificaron hacía más de un siglo y que nadie naciera ni muriera en ella, que nada pudiera igualar su felicidad. Los que allí llegaban perdían la memoria de lo que fueron mientras permanecían en ella, y si un día la dejaban se olvidaban de lo que habían visto. Interrogando a sus moradores, supo que no es dado a ningún viajero descubrirla, aunque la estuviera pisando.

Una niebla espesa se interponía siempre entre ella y el viajero, y la corriente de los ríos que la bañaban alejaban las embarcaciones que se aproximaban demasiado. El padre Nicolás les explicó a los fantásticos habitantes los inútiles esfuerzos por encontrarlos, pero éstos le aclararon para su conocimiento que solo al fin del mundo se habría de desencantar la ciudad, por lo cual nadie debía tratar de romper su secreto.

Cuando Domingo se acercó con premura al padre Nicolás para informarle que no muy lejos había indios poyas con dudosas intenciones de aceptarlo, él se incorporó súbitamente y trató de dibujar la situación. Bien sabía que esos paisanos de narices agujereadas y colgantes de chapas de metal y chaquiras colgando, que no habían oído su predicación ni querían que anduviese por sus tierras cordilleranas enseñando la doctrina del santo evangelio, eran un obstáculo serio para proseguir con sus objetivos.

Acarició varias veces la cruz plateada que llevaba sobre su pecho, tomó su mochila y preguntó por Manqueunai, cacique fiel y baqueano sin cuyo concurso difícilmente hubiera podido llegar hasta Punta Vírgenes, en las puertas del Estrecho de Magallanes el año anterior, y ahora hasta esas regiones cercanas al valle del río Deseado.

Le recomendó la caja de ornamentos sagrados que llevaban y se postró en oración. La tarde de aquel 5 de febrero de 1674 lo encontró madurando en sus labios la misma súplica que elevó al cielo en oportunidad de iniciar su actividad apostólica en su Misión del Nahuel Huapi: “dichoso yo si lograra derramar toda mi sangre por Cristo y así fecundar esta tierra hasta ahora estéril” (3)


 

Notas

(1) Muchacho que acompañaba al sacerdote, con funciones de monaguillo. Fue quien rescató el cuerpo del jesuita para llevarlo a la isla de Chiloé (Chile). Finalmente, Mascardi fue inhumado en la ciudad de Concepción, pero sus restos se han perdido debido a un terremoto que sufrió esa localidad. Posiblemente por esta circunstancia, la Iglesia no ha querido iniciar los trámites de santificación del jesuita.

(2) La Ciudad de los Césares (también denominada LIN LIN) fue un lugar fantástico que intranquilizó el sueño de los conquistadores españoles que llegaban al Río de la Plata, venían del Perú o estaban en Chile.. El nombre de “Ciudad de los Césares” le vendría por el capitán Francisco César, a quien Sebastián Gaboto comisionó para que reconociese nuevas tierras. El relato vivido por sus protagonistas constituyó una de las génesis del mito de la Ciudad Encantada, que fue ubicada en lugares que iban desde las pampas hasta la cordillera atlántica y la Patagonia austral.

(3) Si bien el relato es ficcional, debe aclararse que la narración se basa en hechos históricos extraídos de libros de autores como Diego Rosales, Milcíades Vignati, Guillermo Furlong, Pedro de Angelis y Clemente I. Dumrauf entre otros. Al no tratarse el presente relato de un texto estrictamente histórico, el autor considera que no es necesario perturbar al lector con precisiones acerca de las fuentes consultadas.

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