Hola Enrique.
Leyendo tu obra "Trescientos Ejemplares", me vino a la memoria lo que siente quien es la otra parte importante de toda obra literaria: el impresor. Al menos así lo siento yo, que he tenido la satisfacción de imprimir una docena de ediciones que tocaban temas tan dispares como la física o las tradiciones de la Patagonia. En un mano a mano con los autores uno va sintiéndose "un tío" de la obra y en el pie de imprenta quedará grabado por siempre quien diseñó e imprimió lo que otro pensó. Mas allá de los valores literarios que pueda tener lo escrito.
Para quien ama su profesión y siente verdadero orgullo por lo que hace, es un placer inconmensurable ver su trabajo en el escaparate de una librería; tal vez tanto como quien lo escribió.
Tu cuento me recordó una situación similar y aquí va la escena desde el Angulo del imprentero:
IMPRIMIENDO COLORES
Trescientas tapas tan solo,
quien lo diría...
me han llevado de trabajo
ya todo un día...
Ya todo un día, si...
Quien lo diría...
Y sólo son dos colores,
en bicromía...
En bicromía si...
Quien lo diría...
destino del impresor
y su porfía...
Y su porfía, si...
quien lo diría...
imprimiendo colores,
se va la vida...
Rubén Miguel Mir
Cipolletti - Noviembre 2009
Un abrazo.
Rubén
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