domingo, 21 de junio de 2009

Un viaje al corazón de mis deseos - Faride MATAR

Un viaje al corazón de mis deseos
Poema
Ester Faride MATAR

Desierto del Sahara…
Te anochecí con lágrimas y me amaneciste en emoción.
Te caminé y en las dunas sedientas y arenosas, encontraste la nostalgia ancestral de mis abuelos. Robaste mis huellas y te seduje en el hurto.
Coqueteamos al unísono cuando el sol se escondía en areniscas.
Fuimos amantes declarados cuando ese mismo astro expandía su luz en una ardiente madrugada.
Te imaginé tantas veces y de tantas formas, que no supe descifrar en ese instante, qué es lo que sentí… porque todo era igual y todo diferente. Los matices ocres dibujaban siluetas inexistentes que al danzar, se confundían con una realidad inventada de quienes llegamos a Marruecos, buscando diferentes horizontes.
...El mío estaba ahí… extendiéndome una alfombra milenaria y polvorienta que cautivó el asombro con aroma a menta, en un pocillo de té que se dormía adrede entre mis manos.
Fue algo asi, como una expedición al corazón de los secretos.
Levanté mis ojos. Observé que mi mirada se marchaba en dromedarios y entre turbantes y túnicas celestes y azulinos, los bereberes y nómades pronunciaban palabras, antes escuchadas.
¡Si! Porque mis abuelos, los tuyos, que emigraron como tantos abuelos, pronunciaban a diario un: As-salaam-alaykum (que la paz sea contigo) y mi viejo, como los tuyos respondían “malaykum-salam” (te deseo lo mismo), y numerosas frases que en el eco del paisaje, se tornaban familiares... y extraían de mi memoria, olvidadas pronunciaciones... por el tiempo... seguramente.
Pasadas las 8 de la mañana mis pies apretaban las montículos de arena queriendo grabar, sin quererlo, el paso de mi esencia en esa perspectiva... tan soñada... tan anhelada.
Marruecos fue un viaje programado.
Vivencié el antes, con ansiedades... el durante con asombros y el después... quizás cuando pasen los días consiga transmitirte la vibración de mi loco corazón.
La música árabe resonaba en cada rincón visitado... y mis manos sacaban de la mochila el caderìn –rojo y con monedas doradas- que atándolo a mis caderas, me creía odalisca sin barreras de idioma o de lugar... Dancé una y mil veces al compás de la armoniosa melodía tan particular... arraigada desde siempre en mis sentidos.
¡Cómo te gusta esta sinfonía!... ¿entendès lo que dice? Me preguntó Estella.
No entiendo el idioma, le respondí.
“Lo siento”.
“Pasa por mis venas”.
“Lo llevo en mi alma”.
No tuve intención de explayarme en el tema, porque quise saborear cada instante, cada minuto, cada segundo...
Estella integraba el grupo, era delgada y no podíamos deducir su edad. Porque caminaba despacio, con sus hombros caídos y su rostro no tenía arrugas. Más tarde, cantó 60 años. ¡Sesenta años! Dijimos todas las mujeres... ¡No los representàs! ¡Te conservàs en formol! Acotó Angélica, que decía ser sicóloga... Decía...

1 comentarios:

L@ Ros@zul dijo...

GUAUUU TURQUITA...LEYENDOTE HOY AQUI ME DOY CUENTA EL TIEMPO QUE HACE QUE NO CHARLAMOS ANIMADAMENTE ENTRE HELADO Y OBLEAS HASTA QUE LOS OJOS SE NOS PONGAN ROJOS DE CANSANCIO...MARAVILLOSAS COMO SIEMPRE TUS LETRAS...
GRACIAS POR PASARME ESTA DIRE Y ES UN GUSTO LEERTE A TI Y AL RESTO DE LOS ESCRITORES...
BESITOS Y HASTA SIEMPRE!!
http://lacariciaprohibida.blogspot.com