Enrique Carlos Ameijeiras – Lago Puelo – Chubut
Pareciera ser, estimado Kratos, que todo aquello que tenemos por Pasión, no son más que instintos. Puede el cerebro ante un estímulo, provocar que ciertas vesículas diminutas del organismo, viertan a la corriente sanguínea sus excretas funcionales, que inmediatamente de lo cual, provoca efectos dramáticos, por lo general para preservarse a si mismo y/o a la propia especie.
Tal es así que, un beso o, más aún, una caricia, la oralidad sexual y cosas de ese tipo, no son apasionadas manifestaciones del corazón, sino simplemente formas primigenias de saber si la pareja en cuestión está o no en condiciones de ser una buena reproductora.
En otro orden de cosas, el prejuicio y la discriminación, no son más que manifestaciones de esa ley natural de la supervivencia de los más capacitados, sin importar cualidades sino calidades.
Como el insecto que devora a las crías más débiles, o el ave que permite condescendientemente que un pichón arroje al hermano más débil del nido, la humana tendencia a descalificar a unos respecto de otros, (Que por lo general son sus pares), no hace más que confirmar que todavía el ser humano conserva mucho del animal del que quiere diferenciarse.
Más querido Kratos, a la luz de estos conceptos, aceptando que la pasión no es más que instinto, y que el prejuicio y la discriminación son atributos de los animales, debo deciros que no se donde ubicarnos a nosotros dos. Más no os contrariéis y seguid haciendo lo que estáis haciendo y asiendo lo que estáis asiendo, hasta tanto, acabado el placer, volvamos a la razón.
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