miércoles, 19 de agosto de 2009

Fauna Norpatagónica - Gandulfo

imageFauna Norpatagónica No Ilustrada

Monografía

Esteban Gandulfo – Las Golondrinas - Chubut

 

El presente trabajo monográfico tiene como propósito brindar al lector curioso, y a los estudiantes en grado de iniciación, una recopilación de observaciones acerca de los individuos presentes en la zona de estudio.

 

La caracterización “No ilustrada” no obedece a la ignorancia o bajo nivel cultural de los individuos estudiados, sino a la no inclusión de sus fotografías o dibujos La zonalización “Norpatagónica” no deja de ser un exceso del autor, en tanto que el área de estudio se circunscribe al noroeste de la provincia de Chubut y el sudoeste de la provincia de Río Negro, específicamente en las zonas urbanas de El Bolsón, Lago Puelo, Epuyén, El Hoyo y las áreas rurales circundantes.

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Antecedentes.

Las primeras observaciones por parte de occidentales sobre la fauna aborigen fueron realizadas por la expedición de Fernando de Magallanes, que permaneció en la zona de San Julián entre abril y octubre de 1520. Su cronista, Antonio Pigafetta, dejó registrado en su libro Primer viaje alrededor del globo, que el primer hombre que vieron los europeos era más grande y más alto que el hombre más corpulento de Castilla, y prosiguió consignando que el segundo grupo, de dieciocho individuos estaban cubiertos con mantas de pieles y calzados con zapatos de cuero de guanaco que hacían enormes huellas, por lo que los españoles los llamaron “patagones”

Los más tempranos aborígenes fueron los tehuelches, kenakenes, patagones, y más recientemente los mapuches (arribados “ayer a la tarde” según Casamichela), llamados “manzaneros” en el siglo XIX y araucanos en su región de origen (actual Chile)

Todas estas raíces parecen esfumarse, salvo en reducidos grupos, al observar hoy una población variopinta y en general recientemente asentada.

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Las observaciones comenzaron a inicios del 2003 en ocasión de una visita que hice a la región en compañía de mi hijo Lucas. Como no podía haber sido de otro modo, los primeros contactos que tuvimos fueron hechos con miembros de un grupo, que de una manera muy general podríamos categorizar de anfitriones.

Estos individuos no pertenecen a una misma familia, sino que tienen coincidencias actitudinales: están al acecho o espera de los foráneos que están arribando a la región. Su interés generalmente es el de la depredación, curiosamente operando bajo la modalidad de supervivencia de la presa de la cual obtienen su provecho, por lo que podría considerarse una función de tipo parasitario. Algunos sin embargo, brindan una hospitalidad desinteresada. Aunque esta característica no debe tomarse como definitiva, porque el zarpazo puede llegar después de mucho tiempo de coexistencia aparentemente amistosa.

El primer anfitrión con que tomé contacto en la zona fue Roberto Barcesat. Yo lo conocía a Roberto desde hacía más de cincuenta años. Pero no lo había tratado mucho. De quien había sido amigo de toda la vida, era de su hermano Enrique. Con él compartimos la escuela primaria, viajes aventureros, construcción fracasada de tablas de surf, etc. Cuando Enrique supo de mi decisión de establecerme en el sur, me dio el teléfono de su hermano Roberto y me contó una serie de maravillas respecto de la zona que iba a visitar. Yo lo llamé a Roberto y él esperó ansioso mi llegada. Yo lo traté con algunas reservas, porque según mi amigo Enrique, su hermano era una persona un tanto belicosa, que se había peleado muy fieramente, de lengua y puño, con él mismo, aunque finalmente habían llegado a una cierta reconciliación. Roberto también había reñido, en forma total y definitiva con su otro hermano Carlos, el mayor de los tres.

Cuando nos encontramos, Roberto se extrañó de que yo no recordara un episodio muy antiguo, en que él había discutido muy fuerte con su padre, “Don Enrique” y habiendo abandonado el hogar paterno, buscó refugio en “La Matilde” un estrafalario criadero de pollos y cerdos que teníamos con mi hermano cerca de Moreno. Pero era sí: yo no tenía la menor reminiscencia de esa historia de los lejanos dieciocho años

El combativo Roberto fue con nosotros muy servicial, nos alojó en su casa y nos acompañó a ver a otro anfitrión, Ricardo Martínez, dueño de la inmobiliaria que parecía ser la más activa de la comarca.

Aquí debemos abordar otro aspecto clasificatorio de la fauna. Si bien tanto Roberto como Ricardo coincidían en la actitud funcional de anfitrión, mientras que Roberto era un urbano exilado, Ricardo pertenecía a la familia de los nómades asentados. Estas categorías taxonómicas se definen por sí solas, pero con el desarrollo del trabajo se irán explicando sus características diferenciales.

Ricardo Martínez resultó ser un enérgico y optimista vendedor de bienes raíces. Infatigable, nos llevaba a ver distintas propiedades, separadas a muchos kilómetros unas de otras. Se comportó como un maestro en exaltar virtudes y disimular defectos de los productos que iba ofreciendo.

Lucas y yo quedamos flechados por la chacra en la que finalmente nos establecimos, y lo mismo sucedió con Elvira cuando la vinimos a ver poco después. Sin embargo Ricardo Martínez omitió prolijamente mencionar el bosque depredado primero e incendiado después, así como las grandes dificultades que tendríamos para limpiar la maleza, la mala calidad del servicio de agua y electricidad, la casi imposibilidad para obtener una línea telefónica, la distancia de la línea de gas, etc. etc. Sin embargo estos son detalles insignificantes si se los compara con la complejidad institucional de la entidad vendedora.

Ricardo Martínez había recibido la propiedad en venta, pocos días antes, mediante un llamado telefónico de los propietarios en Buenos Aires, acompañado por un telefax de una página de la escritura de compra en la que constaba la nomenclatura catastral de la parcela. Cuando convinimos el precio final de la operación, comunicación telefónica mediante de Ricardo Martínez con los propietarios, y decidimos por la compra, dejamos un cheque como garantía, y estuvimos de acuerdo en no hacer un boleto de compraventa sino escriturar directamente. Los propietarios querían escriturar en Buenos Aires porque allí estaban tanto los compradores como los vendedores, y no había caso de estar moviendo ida y vuelta gente y dinero. Sin embargo, días después los vendedores dijeron, sin dar razones, que preferían escriturar en la zona, en Lago Puelo.

Por aquellos días, yo estaba en Buenos Aires y solamente tenía novedades de la operación por comunicaciones telefónicas o de correo electrónico con Ricardo Martínez en El Bolsón y no había avance de ningún tipo. Finalmente Ricardo accedió a darme un teléfono de uno de los propietarios, facilitando un contacto directo entre comprador y vendedor, que por lo general las inmobiliarias tratan de evitar.

Después de algunas conversaciones telefónicas tan vagas e imprecisas que me comenzaban a preocupar, convinimos en reunirnos en mi casa con dos de los propietarios. Allí me enteré de la verdad del asunto. El titular de la propiedad no era una persona física sino jurídica: Lago Puelo Tiempo Compartido SRL, sociedad que se había formado en 1991 y que en marzo de 1992 había comprado la fracción 1 del lote 53 en Golondrinas, Lago Puelo. Los caballeros que me explicaban esto en casa, Arbini y Parrado, me contaron también que los socios de esta SRL, trabajaban en común en una empresa constructora especializada en estaciones de servicio, en la época de plena apertura, en que las petroleras competían fieramente unas con otras, desarrollando estaciones de servicios atractivas, con cafeterías, restaurantes, mini mercados, etc. Estos señores confiaban en que obtendrían un crédito de la banca oficial para construir un hotel de turismo para vender bajo la modalidad de tiempo compartido —también en boga en la época— y por eso habían constituido la SRL y habían comprado el terreno. Pero sucedió que uno de los socios, por obscuras razones, decidió viajar a España, sin avisar a nadie y llevando todo el capital de la empresa constructora. Con este viaje, Lago Puelo Tiempo Compartido SRL y la constructora de gasolineras sufrieron sendos golpes mortales.

Ahora bien, con el paso de los años el rencor entre socios bajó lo suficiente como para que uno de ellos, el señor Parrado, fuera convenciendo a los otros de que a pesar de todo todavía tenían un terreno, y que podrían obtener algún dinero de él.

Así fue como llamaron a Ricardo Martínez y le faxearon la hoja del título con la nomenclatura catastral. Pero omitiendo decir que los socios no estaban todavía en total acuerdo, que la SRL había muerto por inanición, que durante 11 años no se había pagado un solo peso de impuestos y tasas, etc. etc.

Por aquel entonces –tres meses después de haber visto el terreno por primera vez– yo estaba obsesionado con esa compra, y si bien tenía en carpeta un “Plan B”, ya contaba con anteproyectos específicos para ese lugar.

Para colmo, Roberto Barcesat me llamaba por teléfono nervioso:

— ¡Mirá Esteban, aquí todo se va a la mierda, los precios están por las nubes, si no podés escriturar hacé un boleto, conseguí que agarren plata, si no te van a cagar!

Huelga decir que esas comunicaciones no me tranquilizaban…

Como no se disponía de los libros de la SRL, se hizo denuncia policial de su extravío y se confeccionó un poder especial para la venta a nombre de José María Parrado. Como finalmente habíamos convenido escriturar en Buenos Aires, mi escribana recibió los informes de dominio, analizó el poder y consideró que los papeles estaban en orden, aunque le extrañaba que los socios no quisieran desprenderse del original del poder, por temor a que el señor Parrado desapareciera con el producto de la venta. Así, el día en que estaban venciendo los informes de dominio, con los nervios de punta fuimos a una sala de un banco a firmar la escritura y pagar la compra. Para entonces, a precio de mercado la chacra valía más del doble. Por nuestra parte estábamos Lucas, la escribana y yo, por parte de los vendedores el apoderado Parrado, Arbini, otro socio que aparecía como apoderado en la compra en 1991, y otros tres socios que conocíamos en ese momento. Como siempre, se contó el dinero, se verificaron los documentos personales, y se firmaron los papeles. Finalizado esto, nos dijeron: “Por favor, si no les molesta, ahora queremos quedarnos solos porque debemos distribuir el dinero”. Con toda seguridad iban a repartir además un golpe de puño o alguna cuchillada…

Esta contingencia fue expuesta con el único propósito de ilustrar la poca profesionalidad con que puede llegar a actuar un individuo, a quien considero, después de haber conocido a los otros, el más profesional de los agentes de bienes raíces de la comarca. Por otra parte y más allá de las angustias pasadas, le estoy agradecido por la operación que finalmente hicimos.

Regresando a los aspectos clasificatorios de la fauna, Roberto Barcesat pertenece a una amplia familia, de urbanos exilados, a la cual ingresamos nosotros mismos. Son todos individuos que han vivido en ciudades de magnitud y que terminaron fascinados por la vida de pueblo pequeño o de área rural. Son gente que ha llegado en los últimos veinte años, con una gran afluencia en los últimos tiempos.

En cambio, los nómades asentados han estado dando vuelta por varios sitios hasta finalmente recalar en la comarca. En el caso de Ricardo Martínez, original de General Roca, vivió en otras ciudades y pueblos de Argentina y Brasil.

Dentro de la familia de los Anfitriones se destaca un poderoso subgrupo: el de los Receptores, especializado en facilitar el asentamiento de los recién llegados. A este subgrupo pertenece naturalmente Ricardo Martínez y todas las inmobiliarias, arquitectos, escribanos, corralones de construcción, etc. Estos individuos han descubierto rápidamente que los mejores beneficios que se pueden obtener de los inmigrantes son al momento de la llegada durante la cual, gracias a las ilusiones, entusiasmo y falta de experiencia pueden ser esquilmados con mayor facilidad y provecho. A veces su olfato es de una sensibilidad exquisita. Cuando recién empezábamos a pensar en construir, recibí una comunicación telefónica en mi casa de Buenos Aires, de Alejandro Salim, propietario de Andes Construcciones, ofreciendo todos sus servicios, cuenta corriente, etc. etc. Alejandro tuvo la habilidad suficiente como para que la mayor parte de nuestras compras para la obra pasasen por sus mostradores.

Alejandro Salim pertenece a una familia -en el sentido de cosanguineidad y no en el taxonómico- con la que tuvimos mucho contacto. Su hermano Diego Salim, se ocupó de gran parte de la limpieza de nuestro terreno, así como de reponer alambrados viejos, tender los nuevos y hacer tranqueras. Su primo Mario Salim posee un aserradero a quien le compramos la mayor parte de la madera de nuestra obra. Y aquí se produce un cruce de familias sanguíneas, porque Mario Salim está casado con Marina Barcesat, hija de Roberto, ya mencionado.

Algunos de los receptores han alcanzado un grado de desarrollo tal que desprecian las presas pequeñas. Tal es el caso del arquitecto y constructor Eduardo De Urquiza, el de mayor prestigio y reconocimiento en Lago Puelo. Eduardo es una persona encantadora, con un estudio primoroso y una familia maravillosa. Pero Eduardo es tardíamente reconocido por las presas sobrevivientes en cuanto a su condición de depredador. Actúa comprando materiales para sus comitentes en exceso de cantidad y precio. Despliega con rapidez felina el zarpazo de los mayores costos. A la hora de entregar la obra terminada van apareciendo infinidad de detalles que nunca son solucionados y muchos clientes terminan echándolo al diablo de mala manera y terminando la construcción por su propia cuenta. No le hacen juicio porque no quieren seguir perdiendo dinero con los abogados, que son una categoría aparte, a la que llegaremos a su debido tiempo.

En una oportunidad en que decidimos ampliar nuestro proyecto original, y cuando no queríamos saber nada más con el arquitecto Gustavo Casanova, que ya había engordado en demasía a costa nuestra, le solicité al arquitecto De Urquiza que nos cotizara la obra planeada. Se ve que la consideró de tan reducido provecho que ni se dignó a presupuestarla.

Una reducida y peligrosa especie es la de los terrófagos legalis.

Un dicho muy popular en la patagonia dice que el único animal de la zona que come tierra, subsiste y engorda, es el abogado.

Sucede que una o dos generaciones atrás, los pobladores se establecían en porciones de terreno generosas. Como lo único que hicieron fue sobre pastorear el campo con ovejas, o talar indiscriminadamente el bosque, los hijos o nietos de los pobladores originarios terminaron encontrándose con un campo degradado o un bosque talado, que ya no podía seguir alimentándolos. Para suerte de muchos, algunos sectores habían sido revaluados por el mercado y, fraccionando las parcelas originales, se conseguía que cada heredero tuviera su chacra o campito, lo vendiera y con su producto comprara una camioneta, una casita en el pueblo y se fueran comiendo de a poco el resto de los ahorros. Los abogados terrófagos legalis se ocupaban –y lo siguen haciendo hasta ahora- de financiar los juicios sucesorios y hacer la subdivisión. Sus honorarios son “solamente” una de las fracciones, la frutilla de la torta.

Personalmente pude observar a un par de terrófagos legalis, el doctor Julio Guzmán, abogado de renombre en Lago Puelo, jefe del Pach en la región, de quien estuvimos ofreciendo una parcela que tiene muy cerca de casa, producto del sucesorio de Juan Díaz.

Otro individuo de la especie fue el doctor Roberto Grimberg, conocido por mí en situación triste y adversa, porque me hizo comparecer ante la justicia laboral, para obligarme a pagar por segunda vez ciertos trabajos de instalación de agua y gas hechos por Ruli Kostic y Leo Barcesat (hijo de Roberto). Con estos señores yo no tenía nada que ver en forma directa. Estos trabajos habían sido encargados a ellos por mi contratista Gustavo Casanova, y yo los había pagado a Casanova, tal como yo lo probaba con certificaciones y recibos. Pero como este caballero vive en San Martín de los Andes y yo quedaba más cerca para el brazo de la justicia, y como en este país el comitente tiene una obligación mancomunada y solidaria con el contratista, tuve que entregarles una buena suma a estos caballeros, incluido el honorario del terrófagos legalis de los demandantes.

Los nyc se han auto bautizado con orgullo con esa sigla porque son Nacidos y Criados en la patagonia. La familia de los nyc es ahora relativamente pequeña, como consecuencia del último aluvión de inmigrantes. Sus miembros, por lo general son categorizados en alguna de las subespecies que se mencionan en el presente trabajo. Tienen mayor abolengo los nyc hijos de nyc, y hasta nietos de nyc. Buena parte de ellos son mapuches que, como se mencionó al comienzo, no son pobladores de raigambre muy remota en la zona, sino araucanos que huyendo de las huestes colonizadoras hispánicas e incaicas que los hostilizaron casi al unísono, cruzaron la cordillera y se establecieron en lo que hoy es la zona central de Neuquén, y luego fueron avanzando hacia el este y el sur.

Su presencia en la sociedad no es tan hostil ni combativa como todavía tienen sus congéneres más al norte, por la zona de oeste de Río Negro y sur y centro de Neuquén. Uno convive pacíficamente con los Nahuelpan, Cayún, Quitrupán, etc. Aquí inclusive algunos tienen puestos como concejales y hasta ocupan algún sillón de intendente municipal.

Una categoría con escasos individuos, pero de gran importancia económica es la de los extranjeros no residentes. Curiosamente si bien no residen en la zona en forma permanente, su impacto es tan grande que no se los puede dejar de mencionar. Tal es el caso del inglés Lewis, con su inmensa propiedad Lago Escondido, en la que reside algunas semanas al año, pero que cuenta con un pequeño ejército permanente moviendo su fundación, manteniendo su propiedad. Otro grupo de individuos es la italiana familia Benetton, con su extensísima estancia Leleque. Del otro lado de la cordillera, el norteamericano Donald Tompkins tiene parques naturales privados. Este individuo, unos cuantos años atrás decidió vender su exitosa fábrica de prendas deportivas exclusivas “The North Face” e invertir su producto en grandes parques en los cuales preservar la naturaleza. Por aquí, Pumalín es el principal, tan grande que va desde la costa del pacífico hasta el límite con Argentina, y decenas de kilómetros de norte a sur.

Otros no residentes pero en este caso nativos, y probablemente no tan ricos son Lerner, el representante de Disney para América Latina, con su nueva dulcería de Lago Puelo, y Tinelli, con su propiedad más hacia el sur, por la zona de Esquel.

La clase de los mamíferos, tiene en la zona un orden muy extendido, el de los estatu lactantes. Una gran variedad de familias y géneros que no hace al caso clasificar, subsisten con mayor o menor éxito mamando de la tibia teta de la madre patria. Desde los contratos por obras civiles hasta los planes de jefes de familia. Uno analiza los documentos oficiales y encuentra que el estado construye por un determinado valor el metro cuadrado, cuando uno lo está haciendo por la mitad. Uno va a la bolsa de trabajo para conseguir un peón, pero resulta que los individuos están a la espera de un puesto de oficinista en la municipalidad, y les duele la espalda, de modo que la pala y la carretilla deben continuar en las manos de uno.

En este recodo taxonómico nos volvemos a encontrar con el doctor Guzmán, asesor legal de varios municipios, y nos cruzamos con los vecinos Solari, que además de cultivar frambuesa y fabricar dulces aquí a la vuelta, atienden la contabilidad y la burocracia municipal.

El generoso pecho municipal ha producido el robustecimiento del actual intendente, Iván Bermudez, quien todavía no sabe si se va a presentar a la reelección el año próximo, o si tiene más chances en algún puesto de la administración provincial. Esa misma teta de la intendencia cobijó durante un tiempo a un elemento curioso, Nestor Campero, un personaje de mirada taciturna y lacia cabellera cayendo por su espalda hasta el nivel de la cintura. Las primeras observaciones sobre este ejemplar fueron hechas cuando era Director de Turismo de Lago Puelo, en oportunidad que sentimos el deseo de cambiar de actividad. Al poco tiempo fue designado Ministro de Gobierno y Obras Públicas, segundo funcionario del municipio, a cargo del despacho en ausencia del intendente. Este caso despertaba gran curiosidad respecto a cómo había logrado tal posición. Algunas versiones indicaban que se trataba de un piquetero, que después de ciertas acciones incendiarias en la casa de gobierno de la provincia, había sido “desterrado” con un puesto en Lago Puelo, por ser uno de los municipios más lejanos de Rawson. Tuvo tal resistencia por parte de la población, que le había asignado el mote de “el indio”, que durante un tiempo estuvo desaparecido. Algunas fuentes indican que obtuvo otro puesto en la zona, casualmente, como protector de la fauna silvestre. Para completar la información sobre este espécimen diremos que por sus propias manifestaciones, recogidas por Lucas, es descendiente de tehuelches y mapuches, lo que lo habilita para la categoría nyc, y nuestras propias observaciones sobre las características antropomórficas lo llevan hacia las raíces araucanas.

Cerrando la especie de estatu lactantes, diremos que es una categoría con gran cantidad de aspirantes. Lo más curioso es que de aquellos que no están mamando del estado, una buena parte está viendo cómo lo puede hacer. Ellos están a la espera de un puesto municipal, un contratito, alguna orden de compra del gobierno, la adjudicación de alguna tierra fiscal, un subsidio, una ayuda no reembolsable, los pasajes para ir a ver a un médico especialista de los que no hay en la zona etc. etc.

Desde cambiar el automóvil hasta conseguir una chapa para tapar el agujero del techo.

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Como corolario de esta humilde monografía, debemos dedicar unas líneas, no a ninguna especie en particular, sino al hábitat en general. Algún lector podría sacar la conclusión apresurada y errónea, de que en medio de tanta depredación, rapiña y parasitismo, el medio ambiente es peligroso y hostil. Nada más lejos de la realidad. El hábitat es amable y seguro. El hurto se hace gentilmente, con un apretón de manos, una sonrisa y un abrazo. En la vida cotidiana, uno sale sin poner llave en la puerta, deja la tranquera abierta y estaciona el auto con elementos en su interior y los seguros sin trabar. Se puede salir del cajero automático contando dinero que nadie querrá tomarlo para sí. Los muy ocasionales asaltos a mano armada han sido hechos por foráneos, por ejemplo, policías de Bariloche que bajan a hacer un “trabajito” donde no los conozcan. Las compañías de seguro rebajan sus pólizas en la región, porque los automóviles no son robados. Suceden hechos insólitos, una noche Lucas cargando combustible dejó caer su billetera. El chofer de remise que venía detrás la encontró y la llevó a la policía. Ni uno ni otros tomaron nada. Es verdad que de vez en cuando se faena un vacuno, un caballito o una oveja por alguien que no es el dueño ni tiene autorización para hacerlo. O algún estudiante se lleva para su cuarto el emblema de un automóvil. Esos son los hechos que hay que lamentar… pero como condición general, el hábitat es amigable, benévolo. Tal vez ésa sea la causa de que sigan llegando urbanos exilados y nómades asentados. Tal vez por ello, uno de estos últimos especímenes nos haya bautizado como “hotel de inmigrantes”.

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