Estimado Ameijeiras, no recuerdo si firme o no este documento pero se sabe
de que me pertenece. De esta manera cumplo con la invitación formulada de tu parte. Algo más, trato de hablar bien poco sobre mi persona, creo recordar lo que alguna vez dijo Atahualpa Yupanqui:" La canción
se hace importante cuando el autor se vuelve anónimo". Por lo tanto, mi próximo libro se titula "20 Dibujos Cancionados", y este envío pertenece a su presentación. Un abrazo Patagón. Carlos Sacamata
SER HISTÓRICO
“El hombre vive dos mundos complementarios: el de la naturaleza que lo hace individuo y el de la cultura que lo hace persona.
Como individuo responde a sus impulsos; como persona coloca sus intereses fuera de sí, otorga a los objetos dignidad de centro y el mundo todo, cobra para él carácter objetivo y universal, se rige por una tabla de valores cuya validez reconoce.
El lenguaje oral es la principal forma de comunicación, por medio de él se integra a la comunidad y lo utiliza para formar su personalidad.
Querer separar persona de sociedad, o personalidad de cultura es simplemente una abstracción.
En la antigüedad perder una guerra era: perder su libertad, verse convertido en esclavo, ser trasladado a tierras remotas y ajenas, sufrir el despojo de toda propiedad y hasta los lazos familiares. De esa concepción que unía al suelo a la libertad, la familia y la propiedad, y el temor a perderlas se fue formando el sentimiento patriótico.
No puede ser el patriotismo una nación ni un principio científico que pueden cambiar los gobiernos y modificar los métodos sino un atributo sustancial de la humana naturaleza, una ley de su organización física, afectiva e intelectual, que nace, crece y muere como el hombre mismo.
Por eso los pueblos que los olvidan en sus escuelas o en su política se encaminan al desorden, a la decadencia, la cobardía; cualquier aventurero los hará su fácil presa, cualquier influencia extraña hallará en ellos terreno propicio, cualquier género de corrupción tendrá en ellos una víctima propiciatoria”.
EL MITO
No explica ni denota
“La estructura de la mente admite dos funciones diferenciadas- una, lógica, que permite conocer conceptualmente; la otra, mítica, no racional, no conceptual, y por lo tanto irreductible a cualquier forma de mecanismo reflexivo. Ninguna es anterior a la otra.
El error de occidente ha sido tomar la razón, función superior sin duda pero de ninguna manera única, por el total de la realidad psíquica del hombre, hombre racionalista por excelencia a perdido en gran medida esa conexión. Nuestro órgano mítico posee una llave- y muchos cientificistas lo saben bien-, que abre todas esas puertas frente a las cuales ellos se detienen: pero no quieren usarla porque presienten (y no se equivocan), que detrás de esas puertas duerme una fuerza que sin ofrecer combate va a destronar a su diosa.
ESA LLAVE ES EL SÍMBOLO
“El mito es el lenguaje primigenio del hombre y es esencialmente poético. El Mitos primordial, lengua pura de comunicación, no puede expresar a la razón, que conoce por oposición, por disección. El poeta conjuga en sí las dos funciones inajenables de la mente. La razón le da autonomía frente a lo cognoscible y lo diferencia del niño y del primitivo; pero conserva de ellos ciertas prolongaciones que le permiten existir más allá de sus horizontes, en participación con lo otro. Poesía es voluntad de posesión, es posesión. La literatura posee valor existencial, como un mito vivo, propiedad que lo eleva sobre la actividad racional pura y lo aproxima a la mística. El espíritu está en la piedra. La razón fue destronada por su propia hija, la ciencia; así como el liberalismo, que se autoproclama cristiano y espiritualista, muere hoy esclavo del propio dios- materia que ha engendrado”.
RETÍCULA
La poesía –dice Octavio Paz-, acaso el más lúcido teorizador de la últimas promociones de escritores latinoamericanos- es la manifestación verbal, la encarnación en palabras de la mitología de una época. De ahí que la función mítica sea casi indistinguible de la función poética. Aunque el poeta no es inventor de mitos, a él le toca nombrar a todo ese conjunto de héroes, sucesos reales o imaginarios, creencias y pasiones del mundo de una sociedad, su mitología. El poeta convierte en imagen a todos esos signos: los configura, les da figura.
BÚSQUEDA
Propongo hablar del tiempo, del árbol, de pensar cómo se llegó a la palabra escrita. Dentro del terreno de las posibilidades, tal vez, el hombre primitivo al carnear un animal, sucias sus manos de sangre, se limpió en alguna piedra y dejó un elemental dibujo, o, quizás fue una palo con tizne de fogón. Bien puede, ahora que pienso mejor, que al correr el tiempo, estos dibujos asumieran el carácter de Símbolo. Tales señales, arriba indicadas, no obedecen a un capricho sino al nacimiento del pictograma.
Tengo a mano el libro de don Marcelo Berbel “La copla nuestra de cada día”, En una de ellas dice:
Hoy para dejar hice muy poco
apenas una copla, algo es algo,
mas pensando en si la copla se perdiera,
por no perder el día planté un árbol.
¿Por qué hablamos tantos idiomas diferentes? Probablemente porque cada comunidad dispersa en el planeta ideó signos propios. El escritor patagónico David Aracena recrea en su poema titulado “Canto al Sur” estos versos:
Puedo hablar de este país
porque recorrí su territorio
a pie y en sueños
desde la aguda lanza de olivillos
hasta la punta de los pinos
en el Oeste
la patria del Quenquentreu
que en indio quiere decir
el ruido corriendo entre las piedras.
El ingenio y la necesidad encontró en los materiales rústicos un verdadero aliado, allí aparecen manifestaciones del Tíbet. Aparecen luego jeroglíficos, bajorrelieves, tablillas de arcilla, madera, seda y bambú. Busquemos en los templos Mayas, Aztecas o Egipcios y estaremos encontrádonos.
Juan José Bríon escribió sobre la importante existencia del coirón en nuestra castigada Patagonia, estas son su palabras: “Así, muchas veces el coirón ha sido- todavía es- insustituible para la construcción de precarias viviendas (con haces de coirones empastados, con barro amasado, edifican paredes y también con atados de coirones fabrican techos).
El riguroso invierno patagónico es mudo testigo, desde su cielo fríamente estrellado, de la tibieza de innumerables fogones en que el coirón es abnegado víctima de tan esencial holocausto. Es también en esta época cuando muchos animales, cansados y hambrientos, recurren a sus raíces para poder sobrevivir…”
Otro estirón sobre la misma historia fue la planta de Papirus, crecida en estancadas aguas del Nilo. A través del mérito de los egipcios, que desarrollaron un tratamiento para su utilización, sus rollos eran guardados en estuches de madera para su conservación, previo aceitado de cedro.
Voy en busca de de Elías Chucair, que es como decir “Hombre y Paisaje”, en este caso de Ingeniero Jacobacci, población rionegrina. En este poemario nos habla sobre el Molle:
A sus pies quedan culturas,
vestigios de lejanos días,
de tiempos que los tehuelches
andaban de cacería.
Desgarra el canto del viento
cuando toca sus espinas;
y él tanto y tanto pasar
parece que las afila.
Ricardo Berwin enseñaba a leer con pieles de guanaco en nuestra Patagonia, -a los que podríamos agregar: Para decir Sur hay que vivirlo- piel de res alisada y sin sobar.
Del pergamino se prefirió al papiro, así dio paso a los primeros intentos de libros, a los que se llamó Códice, por su parecido con los cuadernillos de hojas de madera recubiertos en cera.
Laura Vera, la mujer poeta fueguina, nómade y agraria según el prólogo de su Libro “La Cornisa”, nos ofrece un lugar en su canoa de lenga:
Y en el hombro de algún
viejo coihue,
sereno oteador de muchas razas
reencontramos el sonido antiguo
que nos declara
herederos del sol y de las aguas.
Finalmente llega el papel. De los manuscritos pasamos a los impresos. Los experimentos proceden de China. En el año 105 de nuestra era Tsai Lu experimenta con madera de moral y cáñamo. Cercano el año 900 los árabes introdujeron la fabricación de papel en Sicilia y los italianos lo llevaron a Francia y Alemania en 1690.
Mi granito de arena se desprende de Aoni Kosten (Viento Sur), de allí extraemos:
Igual sol ardió las lenguas mudas
Mas alguien interpola el árbol sin gorjeos
Yo no creía pero oí las avalanchas
De foscas lunas y lánguidos inviernos.
El primer libro en castellano editado en la Patagonia data de 1887, en su tapa puede leerse: Apuntes Históricos- Río Negro, José A. Biedma.
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